, 08 Jul. 23 (ACI Prensa).- El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, expone en su carta semanal que Jesús “nos invita a tomar su yugo, a ser sus ‘cón-yuges’”, que es “entrar en su humildad, en el misterio de su redención, es compartir su misma vida hasta la cruz”.
En el caso de las bestias de carga a las que se unce, “el trabajo se reparte, es más llevadero”, explica el Prelado en su carta semanal, en la que añade: “En el caso de Jesús, Él lleva la iniciativa y el mayor empuje”.
De esta manera “entrar en su yugo es compartir en actitud subordinada ese impulso, para llevar adelante el peso de nuestra vida. Qué sería de nosotros sin ese impulso vital de Cristo, que es el Espíritu Santo”, detalla.
Esta es parte de la reflexión que ofrece Mons. Fernández sobre la frase evangélica “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
El Obispo de Córdoba explica que Jesús se muestra “con mirada misericordiosa”, y en este episodio “nos abre de par en par su corazón y nos invita a entrar en su descanso”.
La llamada “Venid a mí” es una “invitación suave, pero nítida” que indica que “el centro de la fe cristiana no es una idea, ni una moral”, sino “Jesucristo, que nos hace cambiar de vida”, expone el Prelado.
“No se llega a ser cristiano por una decisión ética, sino por el atractivo y la fascinación de una persona que entra en nuestra vida y nos invita a seguirle”, añade Mons. Fernández, quien subraya: “Hasta que no se produce ese encuentro personal con Jesucristo no tenemos un cristiano propiamente”.
Por otro lado, el Obispo de Córdoba detalla que “el peso y la dureza de la vida no provienen de nuestra relación con Dios”. Muy al contrario, “lo que nos agobia y nos fatiga es el tirón de un corazón que está disperso y desgarrado”, enfatiza.
El Prelado añade que la expresión “manso y humilde” es un autorretrato del Señor que muestra que “Jesús no nos empuja a la fuerza, nos invita con suavidad, con mansedumbre, con ternura. No impone su ritmo, no violenta nunca”.
Esto es así porque “a esa mansedumbre se une la humildad, por eso su yugo es llevadero y su carga ligera”, incide el Prelado, quien invita a utilizar el tiempo estival y de vacaciones que se tiene en el hemisferio norte “para crecer en mansedumbre y humildad”.
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