VATICANO, 28 Nov. 22 (ACI Prensa).- El Cardenal Robert Sarah dijo en una entrevista con EWTN en Roma que los cristianos de Occidente no deben dar por sentada la libertad religiosa y de culto.
“Las amenazas contra la libertad religiosa adoptan muchas formas. Innumerables mártires siguen muriendo por la fe en todo el mundo”, aseguró el Prefecto Emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El Purpurado explicó que “no se trata de una amenaza abierta, ni de odio a la fe, sino que se trata de un sesgo implícito contra el cristianismo”.
En la entrevista, que se emitió en el programa Vaticano de EWTN el domingo 27 de noviembre, el Cardenal guineano dijo que el Libro del Éxodo, que narra las 10 plagas, la salida de los hebreos y la destrucción de Egipto, ocurrió “para que el pueblo de Dios pudiera tener la libertad de adorarle adecuadamente”.
Por ello, dijo que “la libertad religiosa no debe darse por sentada, ni comprometerse, ni descuidarse”.
También habló acerca de su último libro, “Catecismo de la vida espiritual”, su séptimo libro publicado que es una reflexión profunda sobre los siete sacramentos de la Iglesia Católica y sobre cómo progresar en la vida espiritual.
Uno de los temas centrales del libro es la importancia de la Misa y la Eucaristía, donde el Purpurado asegura que “debemos reunirnos para la Santa Misa y recibir al Señor en la Eucaristía”.
“No podemos olvidar esto: La Eucaristía es la fuente y la cumbre de la vida cristiana”, subrayó.
Respecto a las restricciones del coronavirus, el Cardenal defendió que “la democracia liberal requiere debate, pero nunca se puede olvidar o descuidar la importancia de nuestro culto a Dios en el curso del debate. La democracia liberal no debe olvidar a Dios”.
Asimismo, dijo que “una vida cristiana debe construirse sobre tres pilares: La cruz, la hostia y la Virgen María. Estos son los tres pilares sobre los que hay que construir una vida cristiana”.
Además, explicó que ser Prefecto de la Oficina de Culto Divino del Vaticano le hizo comprender la importancia de que la liturgia sea un momento grande y único “para encontrar a Dios cara a cara y ser transformado por él como hijo de Dios y como verdadero adorador de Dios”.
“La liturgia”, añadió, “debe ser bella, debe ser sagrada y debe ser silenciosa”.
Advirtió también del peligro de convertir la Misa en un “espectáculo” o en una mera reunión de amigos, apartando el foco de la adoración a Dios.
“Animaré a que la liturgia sea cada vez más sagrada, más santa, más silenciosa, porque Dios es silencioso, y nos encontramos con Dios en el silencio, en la adoración'', dijo.
“Creo que la formación del pueblo de Dios en la liturgia es muy importante. Podemos mostrar a la gente la belleza, ser reverentes y guardar silencio en la liturgia, en la que se profundiza nuestro encuentro con Cristo”, señaló.
El Cardenal también definió la adoración Eucarística silenciosa como una oportunidad de encontrar a Cristo de una manera que puede “cambiar realmente nuestras vidas”.
Sin embargo, al hablar de la sociedad moderna, el Cardenal lamentó que “Dios ha sido olvidado”.
“Todos vivimos como si Dios no existiera. La confusión reina en todas partes. Demasiados reducirían nuestras vidas, el sentido mismo de nuestras vidas, al individualismo absoluto y a la búsqueda del placer fugaz”, añadió.
Ante ello, defendió que “los cristianos deben responder volviendo a los fundamentos de la fe.
Requerimos un retiro del mundo, retirarnos al desierto, donde podamos volver a aprender los fundamentos, lo básico: el monoteísmo, la revelación de Jesucristo, nosotros y Dios, su palabra, nuestro pecado, nuestra dependencia y necesidad de su misericordia”, explicó.
El Cardenal Sarah dijo que Dios, a través de su Iglesia y los sacramentos, “nos guía hacia una relación cada vez más profunda con él. Y todos tenemos la necesidad de reencontrarnos con su profundo don, que es su amor”.
Señaló que “la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, es una de las creencias fundamentales de la Iglesia, sin la cual pierde el sentido de su existencia”.
“La Iglesia no es una organización social para responder a los problemas de la emigración o de la pobreza”, continuó. “La Iglesia tiene un propósito divino: salvar al mundo”, aclaró.
“Si Cristo no habita dentro de la Iglesia, de forma tangible, visible, sacramental, entonces ¿qué buena noticia tenemos que ofrecer al mundo? ¿Cuál es el sentido de la evangelización?”, se preguntó a continuación.
“Cuando los cristianos se olvidan de por qué son cristianos, la comunidad entra en decadencia. Olvidan el Evangelio y pierden de vista su propósito”, señaló.
Además, el Cardenal Sarah dijo que la guerra espiritual es la misma de siempre, aunque muchos obispos y sacerdotes hayan dejado de recordar a los católicos su realidad. "Nuestra arma en esta guerra es la palabra de Dios”, explicó.
“Es necesario dirigirse a Dios cada día, no sólo para consolarse en medio de las adversidades mundanas, sino porque dependemos totalmente de él en la lucha cósmica. Todos estamos en guerra, lo reconozcamos o no. Es bueno que todos tomemos conciencia de ese hecho, y nos aseguremos cada día de luchar del lado de Dios”, dijo el Cardenal
El libro, “Catecismo de la vida espiritual”, pretende ser una respuesta a la “confusión de estos días, fuera e incluso dentro de la Iglesia”, explicó.
“Vi la necesidad de representar algunas reflexiones sobre nuestro progreso espiritual en nuestra vida espiritual: el progreso en nuestra relación personal e íntima con Jesucristo”, explicó a continuación.
Añadió que espera que su libro responda a “una profunda necesidad de nuestro tiempo”.
“Cada uno de nosotros debe esforzarse, continuamente, por acercarse a Jesucristo, por volver a su Palabra y a la sencillez de la fe en su autorrevelación. Es la sencillez del desierto, del reconocimiento de nuestra dependencia de Dios, y del encuentro con él y con el don de su amor y de su gracia, por el que nos configuró a sí mismo”, concluyó.
Traducido y adaptado por Almudena Martínez-Bordiú. Publicado originalmente en CNA
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