Redacción Central, 27 Ago. 19 (ACI Prensa).- Los Padres de la Iglesia son santos de los primeros siglos que con sus escritos doctrinales configuraron la Iglesia Católica como la conocemos hoy.
Algunos de los principales Padres de la Iglesia griega son San Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo; mientras que los cuatro Padres de la Iglesia latina más importantes son San Agustín de Hipona, San Gregorio Magno, San Ambrosio de Milán y San Jerónimo de Estridón.
A continuación algunos datos importantes sobre ellos.
1. Eran en su mayoría pastores, no académicos
Los Padres vivían sus vidas cristianas en respuesta a la fe única, santa, católica y apostólica, que experimentaban en la Iglesia y en la cultura de su época. Sus escritos no provenían de un catedrático titular, sino que buscaban servir al pueblo de Dios.
2. Santo Tomás de Aquino los citó cientos de veces
Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, no solo es teólogo y filósofo, sino un brillante comentarista de la Biblia y la Tradición. Citó textos de San Agustín 3.156 veces para redactar la Suma Teológica. Citó a San Gregorio Magno 761 veces, a San Dionisio 607 veces, a San Jerónimo 377 veces, a San Damasceno 367 veces, a San Juan Crisóstomo 309 veces, entre otras citas a los Padres de la Iglesia.
3. Amaban a la Iglesia
Ejemplo de ello es uno de los pasajes del corpus patrístico “sobre la unidad de la Iglesia”, escrito por San Cipriano de Cartago en De Ecclesiae Catholicae Unitate: “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”.
4. Enseñaban sobre la naturaleza del hombre
San Cipriano describe la afectación del pecado antes de su conversión y su bautismo: “Todavía estaba acostado en la oscuridad y la noche sombría, vacilando de aquí para allá, sacudido sobre la espuma de esta edad jactanciosa, e inseguro de mis pasos errantes, sin saber nada de mi vida real, y alejado de la verdad y la luz... pero después de eso, con la ayuda del agua del nuevo nacimiento, la mancha de años anteriores había sido lavada, y una luz de arriba, serena y pura, había sido infundida en mi corazón reconciliado...”.
De igual modo lo hace San Agustín de Hipona en su libro “Confesiones”, enseñando a matar al hombre viejo lleno de pecado y a abrazar al nuevo hombre en Cristo.
5. Buscaban la amistad con Dios y con los demás
Los Padres de la Iglesia buscaban imitar la vida de Cristo, que completamente hombre y completamente Dios, fue capaz de hacer grandes amistades.
Así lo revela San Gregorio Nacianceno sobre su querido amigo San Basilio: “Diferentes hombres tienen diferentes nombres, que deben a sus padres o a ellos mismos, es decir, a sus propias actividades y logros. Pero nuestra gran búsqueda, el gran nombre que queríamos, era ser cristianos, ser llamados cristianos”.
6. Eran valientes y podían dar su vida por el Evangelio
Un ejemplo es la vida de San Cipriano de Cartago, el primer obispo que en África alcanzó la corona del martirio. Durante las grandes persecuciones de cristianos bajo el emperador Decio, escribió en el exilio cartas pastorales instruyendo al pueblo de Dios en Cartago. Bajo el emperador Valeriano, Cipriano fue condenado a muerte y martirizado en el año 258 dC. Al recibir su sentencia, dijo: “¡Deo gratias!” (¡Gracias a Dios!).
San Máximo el Confesor fue otro valiente Padre de Iglesia que luchó contra el monotelismo, una herejía que admitía en Cristo dos naturalezas, la humana y la divina, y una única voluntad. Al santo le cortaron la lengua y la mano derecha para detener su enseñanza ortodoxa, todo por orden del emperador Constante II.
7. Defendían la sana doctrina
San Atanasio se enfrentó en el siglo IV a Arrio, un sacerdote de Alejandría que difundió la doctrina errada de que Cristo no era verdadero Dios. Su incansable deseo por una doctrina clara condujo al Concilio de Nicea a la elaboración del Credo Niceno. Hoy el Credo, como símbolo de la fe, es utilizado de manera simple y directa por los cristianos de todo el mundo para profesar la fe de la Iglesia Católica.
8. Amaban profundamente a la Virgen María
Los Padres de la Iglesia aman a la Madre de Dios. Hubo un hereje llamado Nestorio que enseñó que María era solo Christokos (portador de Cristo) y no el Theotokos (portador de Dios). En otras palabras, Nuestra Señora no era la Madre de Dios, ya que solo dio a luz a la naturaleza humana de Jesús. San Cirilo de Alejandría luchó incansablemente contra este tremendo error teológico. En una carta que corrige a Nestorio, Cirilo escribe: “Por nuestro bien y para nuestra salvación, asumió su naturaleza humana en la unidad de su Persona y nació de una mujer; por eso se dice que nació según la carne” (Cirilo de Alejandría, Carta II a Nestorio).
9. Interpretaron la Biblia con claridad
Los Padres enseñaron cómo interpretar la Sagrada Escritura. La mayoría de la literatura que tenemos de los Padres apostólicos y post-apostólicos son sus homilías, que ofrecen algunas de las mejores exégesis bíblicas imaginables. Ejemplo de ellos son los Tratados de San Agustín sobre el Evangelio de Juan.
Para la comprensión de la Biblia se deben utilizar los sentidos literal, alegórico, moral y analógico (como apunta el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 118), y por ello los Padres de la Iglesia están entre los mejores exégetas de la historia.
Este artículo fue adaptado por Diego López Marina. Fue publicado originalmente en el National Catholic Register.
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