MADRID, 28 Ago. 19 (ACI Prensa).- El 31 de agosto, la Diócesis de Málaga (España) celebra la festividad del Beato Enrique Vidaurreta, quien fue rector del Seminario de Málaga durante la persecución religiosa de los años 30 y que se ofreció a morir en lugar de otro sacerdote.
Con motivo del 83° aniversario de este martirio, el sábado 31 de agosto, a las 7:30 p.m., se celebrará en la iglesia de San Sebastián en Antequera, Málaga, una Misa de acción de gracias por su vida y su testimonio.
P. Enrique Vidaurreta nació en 1896 en el pueblo de Antequera y entró al seminario en Madrid, donde se había ido para estudiar en la universidad. En 1919 se ordenó sacerdote y volvió a su ciudad natal.
Cuando comenzó la Guerra Civil, el 17 de julio de 1936, el P. Vidaurreta era rector del Seminario de Málaga.
Desde principios de la década de 1930, España ya sufría una fuerte persecución religiosa que se intensificó con el inicio de la guerra civil.
Así, la noche del 30 de agosto de 1936 los milicianos entraron en el Seminario de Málaga y detuvieron al P. Vidaurreta junto con otros sacerdotes que estaban realizando ejercicios espirituales.
Según relatan, el P. Vidaurreta se ofreció para ser detenido, y por lo tanto, morir en el lugar de otro sacerdote que estaba enfermo. De esta manera, el P. Vidaurreta junto con otros cien detenidos fueron llevados al Cementerio de San Rafael, en las afueras de Málaga para ser fusilados.
El Papa Benedicto XVI beatificó al P. Enrique Vidaurreta el 28 de octubre de 2007, junto con otros mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España.
En la Capilla del Buen Pastor del Seminario de Málaga se encuentra un cuadro el beato Enrique Vidaurreta.
Según precisó el P. Antonio Eloy Madueño, actual rector del Seminario de Málaga en una entrevista concedida a la web de la diócesis, el Beato Enrique Vidaurreta “desataca por la pobreza y austeridad de vida, incompatible con un estilo de vida mundano. Pobreza que es desprendimiento por un deseo de seguir más de cerca al Buen Pastor”.
“También hoy, en una sociedad hedonista y consumista, el sacerdote está llamado a presentar la pobreza y austeridad como un logro de la libertad que alcanzamos en Cristo, y que nos hace libres de nosotros y, por tanto, disponibles para amar a los más pobres”; subrayó el P. Madueño.
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