VATICANO, 27 Abr. 21 (ACI Prensa).- Con ocasión del séptimo aniversario de la canonización de San Juan Pablo II, realizada el 27 de abril de 2014, el postulador de la causa, P. Slawomir Oder, señaló que la voz del Papa polaco sigue estimulando las conciencias.
La voz de San Juan Pablo II “resuena a través de sus enseñanzas y del hecho de la devoción con la que le rodea la gente mostrándole su amor”, dijo el P. Oder quien añadió que “esta voz sigue siendo una voz que estimula nuestra conciencia y una voz profética que siempre será contestada por aquellos que no comparten en absoluto la idea de la Iglesia y del cristianismo”.
Además, el sacerdote recordó que el funeral de San Juan Pablo II “fue un acontecimiento extraordinario, único en la historia de la humanidad. A partir de ese día, las peregrinaciones no dejaron de fluir hacia la tumba de Juan Pablo II, pidiendo las gracias necesarias por su intercesión”, relató.
Sobre el proceso de beatificación y de canonización de Karol Wojtyla que duró siete años, el P. Oder describió que el Papa Benedicto XVI le dio una instrucción clara: “¡Trabaja rápido, pero trabaja bien!”. El postulador dijo que el 27 de abril de 2014 fue “consciente de que no había defraudado las expectativas expresadas en esas palabras del Santo Padre”.
Luego, sobre la ceremonia de canonización de San Juan Pablo II y San Juan XXIII presidida por el Papa Francisco, el postulador de la causa del Papa polaco indicó que “fue un momento especial, tanto a nivel personal como eclesial”.
Asimismo, el sacerdote polaco relató que también es postulador de la causa de beatificación de los padres de San Juan Pablo II, Karol y Emilia, y subrayó que se trata de “un bello ejemplo de la santidad de la familia, que es, en cierto modo, el terreno donde nace y madura la santidad de la siguiente generación”.
En su opinión, los padres de San Juan Pablo II no son los únicos modelos de santidad en esta familia, sino que también vale la pena reflexionar en la figura del hermano mayor de Karol, Edmund Wojtyla, quien fue un “médico, que murió a los 26 años, tras haber contraído la escarlatina, incurable en aquella época, mientras ayudaba a un enfermo”.
“El mensaje de su vida y su muerte encaja –por así decirlo– en el contexto de la época de la pandemia en la que vivimos (...). Sin prejuzgar nada, pero mirando también la vida de Edmund, se puede pensar que es, en cierto modo, un ejemplo del tipo de heroísmo que necesitamos hoy”, concluyó el P. Slawomir Oder.
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