, 01 Jul. 20 (ACI Prensa).- En los últimos días se han producido diversos actos de vandalismo en distintas ciudades de Estados Unidos y España contra monumentos de personajes españoles, como Cristóbal Colón y San Junípero Serra, cuya fiesta la Iglesia celebra hoy.
Ante las diversas y falsas acusaciones de racismo contra San Junípero, cabe recordar las palabras del Papa Francisco en la homilía de la Misa de canonización del Padre de California el 23 de septiembre de 2015 en Washington D.C.
En la multitudinaria Misa, el Santo Padre dijo a los asistentes que estaban allí “porque hubo muchos que se animaron a responder esta llamada, muchos que creyeron que ‘la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad’. Somos hijos de la audacia misionera de tantos que prefirieron no encerrarse ‘en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta’”.
“Somos deudores de una tradición, de una cadena de testigos que han hecho posible que la Buena Nueva del Evangelio siga siendo generación tras generación Nueva y Buena”, continuó.
Francisco resaltó que ese día se honraba “a uno de esos testigos que supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio, Fray Junípero Serra. Supo vivir lo que es ‘la Iglesia en salida’, esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios”.
San Junípero, continuó el Papa Francisco, “supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades. Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos”.
“Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos”, resaltó el Santo Padre.
El santo franciscano “tuvo un lema que inspiró sus pasos y plasmó su vida: supo decir, pero sobre todo supo vivir diciendo: ‘siempre adelante’. Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón”.
Junípero “fue siempre adelante, porque el Señor espera; siempre adelante, porque el hermano espera; siempre adelante, por todo lo que aún le quedaba por vivir; fue siempre adelante. Que, como él ayer, hoy nosotros podamos decir: ‘siempre adelante’”, concluyó el Papa en esa ocasión.
Mons. José Gomez, Arzobispo de Los Ángeles y primer prelado de origen mexicano que preside la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, salió al paso de las acusaciones contra San Junípero y escribió una carta pastoral defendiéndolo.
En el texto, el Arzobispo resaltó que “el verdadero San Junípero luchó contra un sistema colonial en el que los nativos eran mirados como ‘bárbaros’ y ‘salvajes’ y cuyo único valor era estar al servicio de los apetitos del hombre blanco”.
“Para San Junípero, esta ideología colonial era una blasfemia contra el Dios que ‘creó (a todos los hombres y las mujeres) y que los redimió con la preciosísima sangre de su Hijo’”, añadió.
San Junípero Serra, destacó Mons. Gomez, “vivió y trabajó junto con los pueblos nativos y pasó toda su carrera defendiendo la humanidad de ellos y protestando por los crímenes e indignidades cometidos en su contra”.
“Entre las injusticias a las que se enfrentó en su lucha, encontramos en sus cartas, pasajes desgarradores, en los que denuncia el diario abuso sexual de las mujeres indígenas por parte de los soldados coloniales”, subrayó.
San Junípero Serra fue un misionero franciscano español que evangelizó la zona del actual estado de California. En las varias misiones que fundó enseñaba a los indígenas nociones de agricultura, ganadería y albañilería.
En 1773, San Junípero Serra escribió a Antonio María de Bucareli y Ursúa, entonces virrey de la Nueva España (actual México) su “Representación sobre la conquista temporal y espiritual de la Alta California”, considerada la primera declaración de derechos de los indígenas en Norteamérica.
Falleció en la Misión de San Carlos Borromeo, actual Monterrey (Estados Unidos), el 28 de agosto de 1784. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988 y el Papa Francisco lo canonizó el 23 de septiembre de 2015.
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