, 12 Mar. 23 (ACI Prensa).- Entre las prioridades del pontificado de Francisco en estos 10 años, se podrían conectar su llamado a “ir hacia las periferias” geográficas y existenciales con una Iglesia “en salida”, “pobre para los pobres”, que trabaje para erradicar la “cultura del descarte”.
Todos esos llamados se hacen carne en su tierra natal, Argentina, donde antes de ser elegido Pontífice, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio trabajó para desarrollar una pastoral en villas y barrios populares, allí donde la pobreza, la violencia y las adicciones golpean más duro.
En diálogo con ACI Prensa, el P. José María “Pepe” Di Paola, que pastorea la parroquia San Juan Bosco, en José León Suárez; y el P. Nicolás “Tano” Angelotti, párroco de San José, en La Matanza, ambas en la provincia de Buenos Aires, destacaron la importancia de la figura de Francisco en las villas y de su mensaje para el mundo de hoy.
El P. “Pepe” recordó que desde los inicios, en la década de 1960, los sacerdotes de las villas “tuvieron siempre una tónica de vivir en el barrio, como un vecino más, y organizando los trabajos sociales desde el espíritu de la fe”.
“A nosotros nos tocó una época con grandes desafíos: la violencia, la droga atravesando la vida de los barrios populares, y no solamente pobreza sino marginalidad”, recordó el P. Di Paola.
El P. Jorge Mario Bergoglio fue nombrado Obispo Auxiliar de Buenos Aires en 1992 y asumió la dirección de la Arquidiócesis en 1998, a la muerte del entonces Arzobispo, Cardenal Antonio Quarracino.
Cuando Mons. Jorge Bergoglio llegó a Buenos Aires, “sintonizó mucho con el equipo de curas de las villas, porque vio muchas cosas que para él son importantes: que el cura esté viviendo en el barrio, cerca del vecino, con cierta austeridad, que le dé el sacramento a todo el que se lo pida, que valore la religiosidad popular”, enumeró el P. Di Paola.
Añadió que Mons. Bergoglio vio que en las villas “las tareas tienen como punto de origen la fe”, es decir que la Iglesia “se encarna en un lugar y da respuestas a los distintos desafíos”, y no es simplemente un trabajo social que puede hacer cualquier organización. Esto hizo que las villas “marcaran cierta preferencia para él”.
El P. Di Paola consideró que las vivencias en torno a las villas marcaron la pastoral y el mensaje del Papa Francisco. “Hay un modo de vivir el sacerdocio que él lo encontró muy próximo a su pensamiento en los curas de las villas”, afirmó.
“Ahora, desde Roma, yo creo que él está transmitiendo eso que vio acá”, además, “está al tanto” de lo que sucede en las villas, señaló.
En la actualidad, hay sacerdotes que trabajan en “las periferias” de toda Argentina, con base en los Hogares de Cristo, el dispositivo de lucha contra las adicciones que en 2023 celebra 15 años y en cuya inauguración estuvo presente el Cardenal Bergoglio.
En 2022, Francisco envió un mensaje a los Hogares de Cristo. “Para los chicos es importante, porque ven que el Papa les está hablando a ellos”, opinó el P. Di Paola. Además, su cercanía les da visibilidad en el resto del mundo: “Desde Latinoamérica están mirando a los Hogares, porque es una propuesta simple, práctica y concreta”, afirmó.
Entre las enseñanzas de Francisco, el P. “Pepe” elige como imprescindible el llamado a que la Iglesia sea “hospital de campaña donde nadie quede afuera”, con “una mirada más amplia” de los sacerdotes.
Otra expresión es la de “Iglesia en salida”, que “no se conforma con lo que tiene: tiene que atender a sus fieles, a su comunidad, pero siempre tiene que estar buscando al otro, ir aceptando los desafíos del momento”, consideró.
En ese sentido, explicó que hoy uno de los desafíos es el de las adicciones, y que la intención de algunos grupos de legalizar la marihuana “es algo que va en contra de los chicos”.
“Lo que se tiene que imponer es la realidad”, consideró, porque “no es lo mismo un cigarrillo de marihuana en la vida de un chico de la villa, que en un pibe de clase media-alta”.
Otra prioridad es el trabajo, que es “uno de los ejes fundamentales para todos, para que la vida familiar se organice, para que la economía de la familia se fortalezca”, aseguró.
El P. Angelotti, por su parte, es de la “nueva generación” de curas villeros, con 40 años de edad y 6 en la parroquia San José, en el barrio Puerta de Hierro, del partido de La Matanza.
El sacerdote explicó que el trabajo en las villas consiste en “acompañar todas la vidas, en las situaciones en las que estén”.
En los barrios, explicó, “tenemos una experiencia de comunidad organizada muy fuerte, que fue pariendo luz en la oscuridad, familia en la orfandad, oportunidades en medio de desigualdades e injusticias muy grandes”.
Además de capillas y comedores, hay hogares para todas las edades, centros de día, sedes de exploradores, catequesis, apoyo escolar, orquesta, deportes, educación, centros de adultos mayores, una radio, y más obras en proyecto.
Sin embargo, lo más importante es el Hogar de Cristo: “900 pibes que estaban en la calle con las drogas, hoy están en una casa. Ese es un tema muy agudo”.
En ese marco, “lo más fuerte que hace la Iglesia es la conformación de una comunidad, una familia, de una identidad que atraviesa los barrios”, afirmó. “La salvación empieza en pequeñas comunidades que rescaten de la orfandad, de la soledad, del sinsentido”.
El P. Angelotti consideró esencial la cercanía del Santo Padre. Aseguró que “el pueblo pobre ama a Francisco, lo sienten muy cercano, muy propio, se identifican con lo que dice, y eso nos ayuda a intuir por dónde tienen que ir las cosas de Dios”.
“Muchas veces escuchamos a Francisco y pensamos que lo tenemos ‘debajo de la cama’, porque habla de lo que estamos viviendo, de los desafíos que tenemos delante. Es eso: una Iglesia muy cercana”, admitió.
Como ejemplo de la cercanía del Pontífice, recordó que cuando se creó la parroquia de San José, pensaron que “una forma de restituir un poquito del olvido que sufrieron estas comunidades, era que el Papa tuviera la delicadeza de mandar la imagen cabecera de la parroquia”.
Como respuesta, Francisco, “desde el Vaticano, nos mandó una imagen de dos metros”. Además, “dio un mensaje muy fuerte: que San José sea una familia grande”.
“En cada escuela, en cada iglesia nueva, aparece un video de Francisco, una ayuda, o te enterás que él está al tanto de lo que pasa día a día. Eso reconforta mucho”, valoró.
Sobre las frases del Papa que guían la tarea en los barrios, consideró que la expresión “Sueño con una Iglesia pobre para los pobres” es “una punta de lanza muy fuerte”. Otra es “Recibir la vida como viene”, que funciona como “una brújula”, en especial en los Hogares de Cristo.
En lo concreto, el P. Angelotti reconoció que Francisco “apoyó todo el camino de la comunidad en su integralidad”. Ahora, “solo hacen falta las viviendas”.
Se trata de una comunidad “muy olvidada, que se puso de pie y pudo urbanizar o realizar la integración urbana, el Tierra-Techo-Trabajo, en escuelas, en clubes, salitas, capillas, hogares”.
En otros lugares, “la urbanización son solamente viviendas”, pero no hay comunidad. “Acá es al revés: la comunidad fue conquistando derechos con sus propias manos. Falta que el Estado nos haga las viviendas”, insistió.
Como contraparte a la ausencia del Estado, “hubo presencia del narcotráfico, la violencia, las armas, que destruyeron la infancia, la juventud, los hijos del barrio”, lamentó.
Sin embargo, valoró “la densidad de vida, de esperanza, de sueños, de creatividad, de asombro” que hay en la Iglesia en los barrios pobres. “Eso hay que contagiarlo”.
Actualmente, “el desafío es el flagelo de la droga y las viviendas, es lo que a nuestro equipo de curas le toca enfrentar y no podemos mirar para otro lado”, aseguró.
También consideró primordial que “todo lo que atraviesa a la parroquia en las villas, se haga desde una experiencia de fe”, porque “acá das de comer y das la Comunión”.
“Hay una sabiduría popular muy linda que une la fe con la vida, la historia y los desafíos presentes”, agregó.
“La iglesia tiene mucho para dar en comunidades organizadas desde la fe, y Francisco te abre la cancha. Cuando uno piensa que está haciendo todo, lo escucha hablar y va abriendo nuevos caminos”.
“Creo que como Iglesia y como país no tomamos dimensión de su mensaje, un mensaje programático para adelante, que permanentemente te pone en jaque, te incomoda, te exige abrir nuevos caminos”, concluyó.
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