VATICANO, 18 May. 22 (ACI Prensa).- Al finalizar la Audiencia General de este miércoles 18 de mayo, el Papa Francisco dio un consejo especial para los recién casados, los jóvenes y a los ancianos y enfermos.
En primer lugar, el Santo Padre alentó a los jóvenes a “no tener miedo de poner sus energías al servicio del Evangelio, con el entusiasmo propio de su edad”.
Además, el Papa Francisco exhortó a los matrimonios recién casados a formar familias que sean “lugares donde aprender a amar a Dios y al prójimo con serenidad y alegría”.
Finalmente, el Papa sugirió a los ancianos y a los enfermos a ser “conscientes de que aportan una valiosa contribución a la sociedad con su sabiduría”.
Previamente, el Santo Padre dedicó su catequesis al personaje bíblico de Job y destacó que la importancia de perseverar en la fe y en la oración a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida.
“La parábola del libro de Job representa de forma dramática y ejemplar lo que en la vida sucede realmente. Es decir, que, sobre una persona, sobre una familia o sobre un pueblo se derriban pruebas demasiado pesadas, desproporcionadas respecto a la pequeñez y fragilidad humana”, explicó el Papa.
En esta línea, el Santo Padre reconoció que “en la vida a menudo, como se dice, ‘llueve sobre mojado’. Y algunas personas se ven abrumadas por una suma de males que parece verdaderamente excesiva e injusta. Y muchas personas están así.”
“En ciertas coyunturas de la historia, este cúmulo de pesos parecen darse como una cita colectiva. Es lo que ha sucedido en estos años con la pandemia del COVID-19 y lo que está sucediendo ahora con la guerra en Ucrania”, lamentó el Papa.
Sin embargo, el Papa recordó también el testimonio de las personas que a pesar de las dificultades se mantienen firmes en su fe y su amor y citó como ejemplo a “los padres de niños con graves discapacidades, ¿han pensado en los padres con los niños con graves discapacidades? Toda la vida… pienso también en quien vive una enfermedad permanente o al familiar que está al lado... Situaciones a menudo agravadas por la escasez de recursos económicos”.
Finalmente, el Papa invitó a ver el testimonio de algunos ancianos que fueron capaces de convertir el resentimiento en la espera de la promesa de Dios y que “como María, unen su oración, a veces desgarradora, a la del Hijo de Dios que en la cruz se abandona al Padre”.
“Miremos a los ancianos, las ancianas, mirémoslos con amor, miremos su experiencia, que han sufrido mucho en la vida, que han aprendido mucho de la vida, que han pasado muchas, y cómo al final, tienen una paz, yo diría una paz casi mística, la paz del encuentro con Dios, que pueden decir: ‘yo te conocía de oídas, pero ahora mis ojos te han visto’. Estos ancianos que se parecen al Hijo de Dios en la Cruz, que se abandona al Padre”, concluyó el Papa.
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