VATICANO, 07 Sep. 22 (ACI Prensa).- Durante la Audiencia General de este miércoles 7 de septiembre, el Papa Francisco aconsejó poner atención a las situaciones inesperadas, a las “casualidades” e incluso a los contratiempos para escuchar la voz de Dios en el propio corazón.
“Un consejo que les doy: pongan atención a las situaciones inesperadas. En esa ‘casualidad’ que no esperabas, allí te está hablando la vida, te está hablando el Señor o te está hablando el diablo, alguno, allí hay algo por discernir”, dijo el Santo Padre.
El Papa Francisco presidió la Audiencia General en la plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de fieles procedentes de numerosos países del mundo.
Al comienzo de la Audiencia General, el Santo Padre recorrió en el papamóvil los pasillos de la plaza vaticana junto a unos niños para saludar y bendecir a los fieles presentes.
Antes de comenzar la lectura en italiano, otros dos pequeños se acercaron espontáneamente a saludarlo.
En su catequesis, el Papa Francisco continuó con su serie temática sobre el discernimiento y eligió como modelo ejemplar a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
El Santo Padre recordó el “episodio decisivo” de la vida de San Ignacio de Loyola en el proceso de su conversión cuando estaba convaleciente por la grave herida que sufrió en una pierna durante una batalla y comenzó a leer vidas de santos.
“A él le encantaban los cuentos de caballería, pero lamentablemente en casa había solo vidas de santos. Un poco a regañadientes se adapta, pero durante la lectura comienza a descubrir otro mundo, un mundo que lo conquista y parece competir con el de los caballeros. Se queda fascinado por las figuras de San Francisco y de Santo Domingo y siente el deseo de imitarlos”, relató el Papa.
A pesar de que el mundo caballeresco seguía fascinándolo, San Ignacio escribió en su autobiografía que cuando “pensaba en aquello del mundo, las cosas caballarescas, se deleitaba mucho; más cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir a Jerusalén descalzo, y en no comer sino yerbas, y en hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, más aun después de dejando, quedaba contento y alegre”.
Ante eso, el Papa advirtió la importancia de reconocer la “huella de alegría” que dejan los “pensamientos de Dios” porque “cuando se les acoge traen una paz desconocida, que dura en el tiempo” a diferencia de “los pensamientos del mundo, que al principio son atractivos, pero después pierden brillo y dejan vacíos, descontentos”.
Para ello, el Santo Padre aconsejó “escuchar el propio corazón” porque San Ignacio “hace su primera experiencia de Dios escuchando el propio corazón, que le muestra una inversión curiosa: las cosas a primera vista atractivas lo dejan decepcionado y en otras, menos brillantes, siente una paz que dura en el tiempo”.
“Esto es lo que nosotros tenemos que aprender: escuchar el propio corazón, para entender qué sucede, cuál decisión tomar, cuál juicio dar a una situación… escuchar el propio corazón. Nosotros escuchamos la televisión, la radio, el celular, somos ‘maestros’ de la escucha. Pero te pregunto: ¿Sabes escuchar a tu corazón? Te detienes a pensar: ¿Mi corazón cómo está? ¿Está satisfecho? ¿Está triste? ¿Busca algo? Para tomar decisiones buenas es necesario escuchar el propio corazón”.
En esta línea, el Santo Padre explicó que “el discernimiento no es una especie de oráculo o de fatalismo, o una cosa de laboratorio, no, como echar a suertes dos posibilidades” porque “las grandes preguntas surgen cuando en la vida hemos hecho un tramo de camino, y es a ese recorrido que debemos volver para entender qué estamos buscando: si la vida va de alguna manera, por qué voy por ese camino, qué es lo que busco. Y ahí es donde se hace el discernimiento”.
“También nosotros tenemos esta experiencia. Muchas veces comenzamos a pensar en una cosa y permanecemos allí y después nos quedamos desilusionados. En cambio, hacemos una obra de caridad, hacemos algo bueno y sentimos algo de felicidad, o algún pensamiento bueno y te viene la alegría”, añadió el Papa.
En este sentido, el Santo Padre subrayó que “Dios trabaja a través de los eventos no programables. Aquella ‘casualidad’, de ‘casualidad’ me pasó esto, por ‘casualidad’ encontré a esta persona, por ‘casualidad’ ví esta película. Dios trabaja a través de los eventos no programables y también en los contratiempos. Tenía que hacer un paseo, pero tuve un problema al pie… contratiempo ¿qué te dice Dios? ¿Qué te dice la vida allí?”.
De este modo, el Papa recordó el pasaje del Evangelio de San Mateo que relata a “un hombre que está arando un campo se encuentra casualmente con un tesoro enterrado. Una situación completamente inesperada. Pero lo importante es que lo reconoce como el golpe de suerte de su vida y decide en consecuencia: vende todo y compra ese campo”.
Por este motivo, el Papa aconsejó “ver qué sucede cuando vivimos cosas que no esperábamos y allí aprendemos a conocer cómo se mueve nuestro corazón” porque “el discernimiento es la ayuda para reconocer las señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables, como fue para Ignacio la herida en la pierna”.
“De estas puede nacer un encuentro que cambia la vida, para siempre. Como el caso de Ignacio. Puede nacer algo que te hace mejorar en el camino, o empeorar, no lo sé. Pero estén atentos. El hilo conductor más hermoso son las cosas inesperadas, cómo me muevo ante ello. Que el Señor nos ayude a sentir nuestro corazón y ver cuándo es Él quien actúa o cuándo no es Él, o es otra cosa”, concluyó el Papa en su catequesis.
Durante su saludo a los fieles de lengua italiana, el Papa Francisco recordó que el 8 de septiembre la Iglesia celebra la Natividad de la Virgen María y recordó especialmente a todas las madres, especialmente a quienes sufren porque sus hijos están en la cárcel.
Por último, el Papa encomendó a la Virgen María “a las víctimas de cada guerra, especialmente a la querida población ucraniana”.
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