Redacción Central, 17 Sep. 22 (ACI Prensa).- Con motivo de la fiesta de San José de Cupertino, que se celebra este 18 de septiembre, te compartimos siete hechos asombrosos de la vida del llamado “santo volador”.
San José de Cupertino, patrono de los estudiantes, nació en 1603 y falleció en 1663. Durante su vida fue bendecido por Dios con muchos milagros, que siempre atribuía a la intercesión de la Santísima Virgen María.
A continuación, te compartimos siete sucesos sobrenaturales que ocurrieron durante su vida.
1. Volaba por los aires
San José de Cupertino caía constantemente en éxtasis. Sus hermanos frailes y los fieles lo vieron “volar” en varias ocasiones.
Cierto día los religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen que estaba a tres metros y medio de altura y darle un beso al Niño Jesús. Luego rezó en el aire con intensa emoción.
El más famoso de estos sucesos se dio cuando diez obreros deseaban llevar una cruz pesada a una montaña alta, pero no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.
2. Exorcizaba con una frase obediente
Sus superiores lo eligieron para exorcizar demonios, pero el Santo se consideraba indigno de hacerlo. Por ello usaba la siguiente frase contra los malignos: “Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mí, sino por la obediencia que le debo a mis superiores”. Y los demonios salían.
3. Podía estar en dos lugares a la vez
El don de estar en dos lugares al mismo tiempo se llama bilocación o ubicuidad. Cuentan que cuando San José se encontraba en Asís, su madre esta agonizando en el pueblo de Cupertino. Entonces se vio al fraile entrar con una gran luz al cuarto de su mamá, quien después de verlo partió a la Casa del Padre.
En Asís, sus superiores preguntaron a San José por qué estaba llorando amargamente y él les contestó que su madre acababa de fallecer. Más adelante fueron muchos los que atestiguaron que el santo acompañó a su madre en Cupertino.
4. Curaba con la señal de la cruz
Cierta vez un hombre arrogante le dijo a San José: “impío, hipócrita, no por ti, pero por el hábito de religioso que llevas tengo que respetarte. Yo creería en todo lo que haces si con la señal de la cruz sobre mi llaga me sanas”.
El santo humildemente respondió que todo lo que decía de él era cierto y haciendo la señal de la cruz sobre la llaga, el hombre quedó curado.
Asimismo hizo recobrar la vista a un ciego poniéndole su capa sobre la cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar el crucifijo que San José ponía ante ellos. Los enfermos de una plaga de fiebre altísima fueron curados cuando el Santo les hacía la señal de la cruz sobre su frente.
5. Leía los corazones y convertía protestantes
El príncipe luterano John Federick a sus 25 años de edad fue a Asís con dos escoltas, uno católico y otro protestante. Ingresaron a la iglesia donde San José estaba celebrando Misa y en el momento de la consagración el Santo no pudo partir la Hostia Consagrada porque estaba dura como piedra y tuvo que devolverla a la patena.
El P. José empezó a llorar de dolor y se elevó a casi un metro de altura. Al bajar, logró partir la hostia con mucho esfuerzo. Sus superiores le preguntaron por qué había pasado eso y él respondió que se debió al corazón duro de la gente que asistió a la Misa.
Al día siguiente regresó el príncipe con los dos hombres y cuando el santo elevó la Hostia en la Misa, la cruz de la Sagrada Hostia se puso negra. Esto le causó un gran dolor y llorando levitó con la forma durante unos 15 minutos. Este milagro conmovió el corazón del príncipe por lo que él y su acompañante decidieron convertirse a la fe católica.
6. Se comunicaba con los animales
Cuando pasaba por un campo y se ponía a rezar, las ovejas se reunían a su alrededor y escuchaban atentas sus oraciones. Las golondrinas volaban en bandadas alrededor de su cabeza y lo acompañaban por varias cuadras.
7. Profetizó el futuro de los Papas
Cierta vez lo llevaron ante el Papa Urbano VIII, quien deseaba saber si eran ciertos los éxtasis y los episodios de levitación del fraile.
San José compareció ante el Pontífice y se elevó por los aires ante el asombro de los presentes. De este Papa y de Inocencio X, el Santo predijo el día y la hora de la muerte de ambos.
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