, 29 Jun. 21 (ACI Prensa).- Hace 20 años, para la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, príncipes de los apóstoles y patronos de la ciudad de Roma, San Juan Pablo II hizo algo muy inusual. No celebró la Misa papal en la Plaza de San Pedro. Asistió, ‘presidiendo’ y pronunciando la homilía, pero el celebrante principal fue el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.
El Santo Padre no tenía mala salud. Había regresado apenas 48 horas antes de su visita histórica a Ucrania. En vez de eso, fue un reconocimiento singular que hizo al Cardenal Ratzinger en el 50º aniversario de su ordenación sacerdotal.
El joven Joseph Ratzinger fue ordenado sacerdote en la Catedral de Frisinga (Alemania), el 29 de junio de 1951.
Al celebrar sus 50 años de sacerdocio, San Juan Pablo II le aseguró que su servicio “ha sido un gran consuelo para mí en el esfuerzo diario de mi servicio a Cristo y a la Iglesia”, destacando que San Pedro y San Pablo “han inspirado tu vida sacerdotal y tu servicio eclesial de la manera más elevada”.
Resultó que había aún otro servicio, aún más elevado, esperando al Cardenal Ratzinger: el de suceder a San Juan Pablo II en el pontificado.
Diez años más tarde, en su 60º aniversario, el Papa Benedicto XVI celebró él mismo la Santa Misa en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, y reflexionó sobre su largo servicio sacerdotal.
Entrevistado por Peter Sewald para su autobiografía “El último testamento”, Benedicto XVI dijo que en la vejez se observa que “la vida ha tomado su forma. Se han tomado las decisiones fundamentales”.
“Por otro lado, se siente más profundamente la dificultad de las preguntas de la vida, se siente el peso de la impiedad de hoy, el peso de la ausencia de fe que se adentra en la Iglesia, pero luego también se siente la grandeza de las palabras de Jesucristo, que evaden la interpretación con más frecuencia que antes”, expresó.
Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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