VATICANO, 05 Ene. 21 (ACI Prensa).- El Papa Francisco reconoció recientemente el martirio del Siervo de Dios Rosario Angelo Livatino, un juez que fue asesinado por la mafia cuando trabajaba en un juzgado de Sicilia (al sur de Italia).
Rosario Angelo Livatino nació el 3 de octubre de 1952 en Canicatti, en la provincia italiana de Agrigento. Decidió seguir la misma carrera que su padre e ingresó a la facultad de Jurisprudencia de Palermo. Terminó sus estudios de abogacía a los 22 años con las mejores calificaciones.
El 21 de agosto de 1989 fue nombrado juez de la sección de prevención del Tribunal de Agrigento. En ese puesto tuvo a su cargo varios procesos contra miembros de la mafia condenados a cadena perpetua.
El 21 de septiembre de 1990 fue interceptado por cuatro sujetos mientras conducía su auto. En medio de los disparos, Livatino logró salir del carro y trató de correr. Malherido se acercó al margen de la carretera y uno de los asesinos se acercó para rematarlo. El hombre que finalmente acabó con la vida del juez era Gaetano Puzzangaro, quien proporcionó uno de los testimonios para la causa de beatificación del magistrado.
Después de la muerte de Livatino, se encontró una Biblia llena de anotaciones en su escritorio, donde siempre guardaba un crucifijo.
Al comenzar a trabajar como juez escribió en un diario: “Hoy he hecho el juramento. Desde hoy estoy en la magistratura. Que Dios me acompañe y me ayude a respetar el juramento y a comportarme en el modo que exige la educación que mis padres impartieron”.
Recuerdos de familiaEn esta línea, Enzo Gallo, primo segundo de Rosario Livatino, destacó a ACI Stampa (agencia en italiano del Grupo ACI) la importancia de los sacramentos para el juez mártir.
Muchas de las notas revelan "la personalidad y religiosidad de Rosario Livatino… Lo que Rosario escribió en privado no fue para que otros lo leyeran ni para verificar su comportamiento. Lo hizo en este caso porque reservaba una importancia primordial para el sacramento de la confesión y el de la comunión”.
Además, Enzo Gallo señaló que para él Rosario Livatino era “un modelo ideal” al describir que, tras su muerte, ha querido conocer más acerca de su vida para comprender “los motivos de un asesinato que es siempre difícil de aceptar” y cuando se planteó la hipótesis de un proceso de beatificación.
“Admiré a Rosario por quien era en la familia. No supe nada de su trayectoria profesional hasta el 21 de septiembre, así como de su formación religiosa y un poco más de su trayectoria escolar. Para mí ya era un ‘modelo ideal’. Las investigaciones y los juicios penales así como el proceso de beatificación me confirmaron que no me equivoqué: Rosario fue, es y será el ‘modelo ideal’ desde cualquier ángulo y aspecto que se le mire”, advirtió.
Por último, el primo segundo de Livatino compartió que le pidió a Rosario ser su testigo en su matrimonio, pero que él se negó porque “podría haber estado de servicio y no quería decepcionarme a mí ni a la que pronto sería mi esposa”.
Sin embargo, después del asesinato del 21 de septiembre de 1990 Gallo interpretó que Livatino “sabía que su destino estaba sellado y no quería forjar un nuevo vínculo que no duraría mucho” y añadió “es uno de los recuerdos más presentes que me hacen sentir aún más la falta física de Rosario”.
Traducido y adaptado por Mercedes De La Torre. Publicado originalmente en ACI Stampa
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