ROMA, 03 Oct. 19 (ACI Prensa).- Hablando con los miembros del Dicasterio para la Comunicación el pasado 23 de septiembre, el Papa Francisco se refirió a él como el ejemplo del testimonio; pero Sigitas Tamkevicius, jesuita de 80 años y Arzobispo de Kaunas (Lituania), se esperaba todo menos ser creado cardenal. Su presencia siempre había sido discreta, especialmente durante la visita del Papa Francisco a las prisiones del KGB durante su viaje a la capital lituana Vilnius, donde Mons. Tamkevicius estuvo encarcelado cuando era un joven sacerdote, por su trabajo de denuncia del sistema soviético.
Según explicó a ACI Stampa -agencia en italiano del grupo ACI- para Mons. Tamkevicius la noticia de su creación como cardenal el próximo 5 de octubre fue “inesperada”.
“Creo que este gesto del Papa Francisco es muy importante tanto para mí como para toda la Iglesia, especialmente la Iglesia en Lituania. Es un reconocimiento no solo de mi experiencia de vida, de la cruz que llevé durante un tiempo, sino de la cruz que soportó toda una nación durante la opresión de miles de personas que combatieron por la libertad de su fe”, precisó.
Mons. Tamkevicius recordó también la visita del Papa Francisco al Museo de la Ocupación y Lucha por la Libertad durante su viaje a Lituania.
“Mi participación en esa visita fue más que nada como un testimonio silencioso. Era el Arzobispo Gintaras Grausas, de Vilnius, quien explicaba al Papa Francisco las condiciones de las prisiones, el sistema de la KGB”.
Según afirmó, durante la visita pudo ver cómo “el Papa Francisco vivió esa experiencia profundamente. Vi de qué modo se recogió en oración, especialmente en la habitación de las ejecuciones, pero también en donde han estado detenidos otros obispos, como el beato obispo Teofilo Matulionis, el Arzobispo Macislovas Reimis, el Arzobispo Franziskas Maranauskas, el Arzobispo Vincentas Boriciavinus, que fue condenado a muerte. Yo he vuelto muchas veces a esa prisión, estaba acostumbrado. Pero quien ve esa prisión por primera vez queda verdaderamente impresionado. Ese fue el caso del Papa Francisco”.
Allí, en esa prisión, en la habitación de las ejecuciones tenían lugar la condena a muerte de muchos a quienes se les sacaba de noche, sin que ellos supieran cuál iba a ser su final.
“Yo estuve ocho meses en esa prisión, mientras que se investigaba mi caso. Después, según el sistema soviético, ha habido un proceso y la Corte Suprema me ha condenado a 10 años de prisión y de trabajos forzados en Siberia. Pero nunca consideré ser condenado a muerte porque, tras la muerte de Stalin, quienes luchábamos por la libertad y por la libertad de conciencia no eran condenados a muerte. Me esperaba la condena de 10 años, porque era un término medio entre los 5 y los 15 años de prisión que generalmente se daban por mi tipo de delito. Mi predicción finalmente resultó ser correcta”; explicó.
La condena de Mons. Tamkevicius fue por la publicación de las Crónicas de la Iglesia en Lituania.
El futuro Cardenal precisó que cuando terminó el seminario en Kaunas en 1962, “ya se podía percibir totalmente el sofisticado sistema de persecución del régimen soviético. Por ejemplo, estaba prohibido a los sacerdotes catequizar a los niños, el seminario podía aceptar solo a cinco candidatos en toda Lituania, había grandes limitaciones”.
“Así que nos juntamos un grupo de jóvenes sacerdotes muy valientes y activos y pensamos qué podíamos hacer. Llegamos a la conclusión de que el mundo tenía que estar informado de lo que sucedía bajo el gobierno soviético porque en teoría los soviéticos proclamaban que había libertad de conciencia y de fe. Solo de este modo el mundo podía conocer y cambiar de actitud. Y alguien tenía que hacerlo”, subrayó.
En ese grupo de sacerdotes él era el más joven y no tenía ningún antecedente en prisión, por eso decidió “crear esta publicación de las Crónicas de la Iglesia en Lituania, con el fin de describir todos los casos concretos de persecución de los derechos de los creyentes y de hacer llegar esta información a Occidente. Llegamos a conseguirlo casi al 100%, golpeando la hipocresía soviética de modo muy fuerte. Por eso, fui incriminado por haber ‘intentado dañar el sistema soviético y debilitar el régimen gubernamental’”.
Según explicó, se imprimían 14 copias de las Crónicas y 2 de ellas eran enviadas “inmediatamente a Moscú donde había periodistas extranjeros acreditados y disidentes franceses. Desde allí había varios modos de enviar el material a los periodistas occidentales. Se traducía en inglés y se distribuía a las embajadas extranjeras, a los obispos de cada continente y a los medios de comunicación. La información se distribuían por Radio Vaticana, las enviábamos por microfilm”.
Sin embargo, Mons. Tamkevicius no sólo fue condenado por esta publicación sino también por haber iniciado en 1978 el Sindicato de católicos en defensa de los derechos de los fieles, en donde preparaban documentos oficiales que firmaban con sus nombres.
“Era lo más peligroso para el sistema soviético porque todas las informaciones eran verdaderas. Los documentos hablaban de la persecución de los niños en edad escolar, de los castigos contra los sacerdotes que no seguían las restricciones soviéticas y en general, todas las restricciones que golpeaban a quienes no se adherían al sistema soviético”, precisó.
Publicado originalmente en ACI Stampa. Traducido y adaptado por Blanca Ruiz.
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