ROMA, 02 Oct. 19 (ACI Prensa).- Tres historias, tres protagonistas de Maaloula, Homs y Alepo, ciudades mártires del conflicto en Siria. Y sobre todo, la necesidad de llevar la ayuda a una nación y una población golpeada por ocho años de conflicto. Ayuda a la Iglesia que Sufre en Italia visitó recientemente Siria junto con el Arzobispo de Milán (Italia) Mario Delpini. El objetivo era ayudar a los cristianos a permanecer en Siria. Una opción nada fácil.
Alessandro Monteduro, director de Ayuda a la Iglesia que Sufre en Italia, subrayó que los efectos de las sanciones económicas producen tanta miseria como dolor provoca el conflicto. Son las sanciones que hacen imposible que Siria pueda recomenzar.
Estas declaraciones se unen a las que realizó el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, durante el debate de la pasada semana sobre Siria en las Naciones Unidas. Así como a las que realizó el Cardenal Angelo Bagnasco, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, que estuvo en Siria hace dos semanas.
Monteduro asegura que “el conflicto ha terminado en gran parte de Siria. Sin embargo es como si Siria no existiera más. Está devastada, pero hay muchos sirios que han decidido permanecer en el país o que no pudieron salir de él”.
Las cifras muestran la grave situación: 12 millones de sirios han dejado su casa, 11,8 millones han salido de Siria y de ellos, 6,7 millones son desplazados internos.
De los 18,3 millones de habitantes que tiene Siria, 15,5 millones de ellos tienen problemas de acceso al agua. Entre los cristianos, 100 mil han sido secuestrados.
También hay que sumar el drama de los niños. De los desplazados internos, 2,8 millones, 1 millón de niños es huérfano de guerra y 2,1 millones están fuera del sistema escolar.
Las sanciones afectan especialmente a la población. El sueldo medio es de 80 dólares y un kilo de carne cuesta 8 dólares.
Monteduro también precisa que es inaceptable decir que “las sanciones económicas no producen un efecto colateral". "Las sanciones económicas están produciendo un solo efecto: que la población pase hambre”, señaló.
La distribución de gasolina está controlada, por eso se distribuyen pocos litros a la semana. Hay agricultores que han comenzado sus actividades pero no pueden llevar sus productos a los mercados. Las personas viajan con 80 litros de gasolina en el maletero de los coches, con todos los riesgos de seguridad que esto conlleva.
En esta situación Ayuda a la Iglesia que Sufre ha distribuido 36 millones en 813 proyectos.
Ayudan a todos, pero sobre todo a los cristianos porque, según explica Monteduro, “los cristianos son los más árabes de todos en Medio Oriente. Estaban allí siglos antes. Es inaceptable que cuando hablamos de Siria no se tenga en cuenta la voz de los cristianos”.
Por eso el P. Talabb invita a los musulmanes moderados a “alzar la voz contra el extremismo”. Además recuerda el ataque en Maaloula, los Evangelios pisoteados con la aceptación de los ciudadanos no cristianos de Maaloula, la invasión de las casas de los cristianos y la opción de convertirse o ser ejecutado.
Samer al Dahabk, musulmán, recuerda su amistad con el sacerdote Franz Van der Lugt, jesuita holandés que fue asesinado en Homs en el año 2014. “El P. Franz amaba a Siria, a él se le considera un sirio ilustre. En el 2014 lo mataron los yihadistas. Todavía siento mucho su pérdida”, explicó al Dahabk.
El profesor Maurice Agob, de Alepo, fue secuestrado por los yihadistas el 19 de octubre de 2012 durante cuatro días. Fue transportado de un lugar a otro y acusado porque sus hijos tenían una tienda en la que se vendía alcohol en un barrio musulmán.
“Me preguntaron por qué había abierto este negocio de alcohol en el barrio musulmán y les expliqué que era de mis dos hijos, y que ellos me habían insistido en abrirlo”, explicó.
Agob también añadió: “Como musulmán quieres que yo respete tu religión, así que deberías respetar tu también mi religión cristiana. En el cristianismo beber alcohol no está prohibido, especialmente si se hace con moderación. Yo soy ciudadano de un país que no prohíbe la venta de alcohol. No he infringido ninguna ley”.
“Los cristianos consideramos a los musulmanes como nuestros hermanos y conciudadanos, somos hijos del mismo país y debemos promover la igualdad entre nosotros respetando las distintas ideas”, apuntó Agob.
Este discurso hizo entrar en razón a los yihadistas que le tenían apresado. Le expuso estas ideas al superior y posteriormente le dejaron en libertad.
Los yihadistas le habían quitado el pasaporte y el anillo de casado. Cuando volvió a casa su mujer le dijo que durante sus días de secuestro le había acompañado “con oración y ayuno”.
Publicado originalmente en ACI Stampa. Traducido y adaptado por Blanca Ruiz
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