Redacción Central, 30 Jul. 18 (ACI Prensa).- Cercanos a la fiesta de San Ignacio de Loyola, este artículo presenta algunos datos que marcaron la vida de uno de los santos más famosos de la Iglesia, fundador de la Compañía de Jesús y creador de los ejercicios espirituales.
Aquí algunos datos que todo católico debe saber sobre su vida.
1. Fue un noble
Iñigo de Loyola (no tomaría el nombre de ‘Ignacio’ hasta después de sus estudios en París) venía de una familia noble y antigua del País Vasco.
De esa familia, un cronista escribiría más tarde: “Los Loyolas fueron una de las familias más desastrosas que nuestro país tuvo que soportar, una de esas familias vascas que portaba un escudo de armas sobre su puerta principal, para justificar mejor las fechorías que eran el tejido y el patrón de su vida”.
2. Fue libertino
La situación sociopolítica en el País Vasco feudal del siglo XVI, en la parte más occidental de los Pirineos, era sumamente violenta. Como algunos nobles de la época, Ignacio era conflictivo, violento y vivía una sexualidad irresponsable.
El soldado español convertido en místico puede ser el único santo con antecedentes policiales de peleas nocturnas (obviamente antes de su conversión).
3. Casi muere en batalla
En 1519, a los 28 años, Ignacio exigió que su pequeño grupo de soldados luchara contra una fuerza invencible de 12.000 tropas francesas en Pamplona, España. Su valor (u obstinación) le valió una bala de cañón en las piernas, que destrozó una y dañó gravemente la otra.
Los valores de caballero que poseía eran tan elevados que dieron como resultado un largo período de convalecencia en la casa familiar Loyola. Este período cambió su vida, y el mundo, para siempre.
4. Se convirtió al catolicismo leyendo libros espirituales
Mientras convalecía leyó textos sobre la vida de Cristo y los santos y decidió imitarlos. Una noche se le apareció la Virgen María con su Hijo y desde entonces se propuso servir al Rey del cielo.
Un dato curioso es que antes de la invención de marcadores, copió pasajes de la vida de Cristo y los de los santos: las palabras de Jesús fueron inscritas en rojo y las de su Santísima Madre en azul.
5. Su congregación iba a llamarse la “Compañía de María”
Después de su conversión la Virgen se le apareció hasta en treinta ocasiones. Fueron tantas que Ignacio quiso llamar a su nueva orden originalmente “La Compañía de María”.
Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.
6. Se convirtió en un mendigo
Ignacio pensó largamente sobre los “espíritus” en su vida: los espíritus que conducen a Dios y los espíritus nacidos del diablo. Esto lo estimuló a vivir de una manera que los historiadores han llamado su período de peregrinación.
Durante este tiempo, estaba resuelto a renunciar a los placeres mundanos. Se puso un sayal y un zapato con suela de cuerda.
7. Quiso convertir musulmanes
Al poco tiempo de completar los ejercicios espirituales, Iñigo declaró: “¡Dios quiere que convierta a los musulmanes!”. Fue hasta Tierra Santa en 1523, donde predicaba en las calles enérgicamente y evangelizaba a todos los que podía.
A pesar del entusiasmo solo se quedó un año porque le enfurecía la presencia de los mahometanos. Regresó a España y estudió latín, lógica, física y teología. También evangelizaba a niños y organizaba reuniones.
8. Sus compañeros fueron llamados “Diablos”
Los primeros compañeros que tuvo en la Compañía de Jesús, fundada en 1540, fueron descritos como los Siete Diablos Españoles, no en ese momento, sino en el siglo XIX por un historiador inglés.
Los compañeros (en realidad eran seis y no todos eran españoles) se habían encontrado con Ignacio durante sus estudios en París y se reunieron en Roma para convertirse en el núcleo de la futura de la Compañía. En menos de un siglo, Ignacio y Francisco Xavier serían canonizados.
9. Cuando murió ya había miles de jesuitas
Ignacio vivió sus últimos años en una pequeña habitación en Roma. Desde allí gobernó la Compañía de Jesús y fue testigo de su crecimiento: de solo 6 jesuitas en 1541 pasaron a 10.000 en 1556, el año de su fallecimiento.
Los jesuitas se dispersaron por toda Europa, India y Brasil durante esos años.
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