, 29 Jun. 23 (ACI Prensa).- El Arzobispo de Concepción (Chile), Mons. Fernando Chomali, dirigió una reflexión a directivos, docentes, padres y estudiantes, titulada “Alto al Bullying”.
Al lamentar que el acoso escolar sea “una práctica más habitual de lo que creemos”, el prelado compartió su experiencia personal: “Yo sufrí mucho en mi infancia por ser tartamudo. Me acuerdo de ello con pena, dolor y frustración”.
“Gracias a Dios lo superé ya de adulto, reconciliándome con aquellos compañeros de curso y vecinos que se burlaban de mí por una condición que no dependía de mí", recordó.
Sin embargo, lamentó que pese a que “hay más conciencia de la dignidad del ser humano y sus derechos”, esto continúe sucediendo: “Se da en la escuela, se da en el trabajo, se da en la propia familia”.
“Podemos decir que vivimos una sociedad maltratadora”, reconoció el Arzobispo, advirtiendo además sobre el ciberacoso que “está haciendo estragos en la vida de muchas personas”.
“Algunos alumnos, agobiados por el trato que le daban en el colegio, han llegado hasta el suicidio. Qué maldad, qué dolor, qué impotencia”, expresó.
Mons. Chomali consideró el bullying como “un acto de cobardía”, dado que es “una agresión de una o más personas hacia el más débil”.
En ocasiones, el problema es difícil de dimensionar, señaló, porque “muchos jóvenes se avergüenzan de ser objeto de esta mala práctica”. Y volviendo a su caso personal, recordó: “Me costó años contar lo vivido”.
También alertó sobre la complicidad de los mayores, que muchas veces son testigos de lo que sucede.
Por otra parte, indicó que detrás de los actos de violencia “se esconde una historia”. En general, opinó, “quienes abusan de los demás suelen ser personas, niños, jóvenes y adultos, faltos de amor, de comprensión y de sentirse parte de un proyecto social”.
En ese marco, llamó a “volver a reconocer a Dios como fuente insustituible de esperanza” para lograr un nuevo trato en la casa, el colegio y la sociedad.
En segundo lugar, afirmó que el bullying es también un acto de rebeldía, ya que quienes lo practican “no se sienten ni conformes ni felices consigo mismos”.
“Golpeando al otro, al más débil, con palabras y acciones, en definitiva golpeo a la sociedad que rechazo”, analizó.
El Arzobispo se refirió luego al “gran drama del siglo XXI”: la pobreza espiritual y un gran sentimiento de soledad, provocado en parte por la falta de afectos, de oportunidades y de líderes creíbles a quienes seguir.
Ante esto, “la violencia se presenta como un escapismo o la triste manera de decirle a los demás que valgo, que soy alguien en la vida y que tengo poder”.
En tercer lugar, se refirió a un fenómeno “digno de estudiar”: un gran desprecio por la autoridad.
Esto, indicó, “hace poco creíble a quienes la ostentan” en los diferentes ámbitos de la vida social, y termina por empobrecer la democracia.
Por otra parte, “el diálogo se ha empobrecido y la fuerza se ha convertido en el método para resolver los conflictos”, lamentó. Señal de ello, remarcó, es lo habitual de la toma de la propiedad privada y pública, y la huelga de hambre como método de presión.
El Arzobispo llamó a tener en cuenta que “detrás de cada acto de violencia hay una historia que muchas veces proviene de una familia o un entorno donde falta cariño, amor, comprensión y ternura”.
En otras ocasiones, la violencia interior es generada por “las grandes diferencias sociales que aún persisten” en Chile y que no permiten a los jóvenes “mirar el futuro con optimismo”.
En ese marco, llamó a la responsabilidad de la Iglesia para responder al planteo sobre qué hacer.
“La respuesta es anunciar la verdad acerca del hombre revelada por quien es la Verdad, Jesucristo”, capaz de convertir corazones, aseguró.
“Ocuparse del que acosa a sus compañeros es una medida muy positiva y urgente”, consideró. Por eso, llamó a “la pedagogía de la escucha, el acompañamiento y el amor” en lugar de la amenaza y el castigo.
Finalmente, afirmó que “si nos reconocemos hijos de un mismo Padre, hemos de reconocernos como hermanos” y animó a tener “un proyecto de país que ayude a que el hombre le encuentre verdadero sentido a la vida” desde la infancia.
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