VATICANO, 06 Jun. 22 (ACI Prensa).- “Dios no manda males, es la vida, y Él nos da la fuerza y la gracia de saber llevarlo”. Estas son las palabras de Pablo Delgado de la Serna, fisioterapeuta y profesor de universidad que con tan solo 16 años supo que toda su vida dependería de una máquina.
30 años más tarde, después de tres trasplantes de riñón fallidos, la amputación de una pierna y un tumor superado, su sonrisa y ejemplo inspiran a miles de personas cada día.
Hoy, 6 de junio -Día Mundial del Paciente Trasplantado-, ACI Prensa conversó con Pablo, cuya experiencia de vida le ha enseñado que la “locura de la Cruz es hacer del sufrimiento un grito de amor a Dios” (Benedicto XVI).
Pablo con su hija Amelia rezando ante la Virgen de Nuestra Señora del Recuerdo. Crédito: Instagram @untrasplantado
30 años de regalo“Con 6 meses tuve una cosa que hoy en día no es un problema, porque te lo dicen en las ecografías que existen ahora”.
“Tuve lo que se llamaba reflujo vesical. Fue mi padre el que se dio cuenta y los médicos me dieron menos de un año de vida”, explicó Pablo a ACI Prensa.
Tras la noticia, sus padres hicieron todo lo posible y consiguieron finalmente un buen médico para operarlo. “La diálisis y el trasplante han sido parte de mi educación y fue oficial en plena adolescencia, cuando tenía 16 años”.
Su primer trasplante de riñón fue a los 17 años, más tarde se sometió a otro a los 24 y también a los 28. “Todos los órganos han sido de gente fallecida. Es un acto de generosidad que te hace sentirte en deuda con la humanidad”.
“Por eso me he ido a África, para atender a la gente, he sido sanitario para ayudar a los demás y ahora tengo un blog para ayudar a la gente. Al final yo llevo 30 años de regalo; 8 de diálisis y 22 trasplantado”.
“Todo gracias a gente que ha investigado, a personas que me han dado un riñón incluso después de muerta, un acto de generosidad brutal. Y esta es mi forma de dar las gracias”, aseguró Pablo.
“La falta de alegría es falta de confianza en Dios”Pabló recordó los años de su adolescencia, una época difícil en la que se sentía diferente a los demás. “No hay nada peor que ser el distinto, el raro, y estar enfermo es la forma más grande de ser raro. La adolescencia me costó mucho y no entendía cómo Dios podía mandarme esto”, recordó.
“Después de un enfriamiento en mi fe, con los años entendí que Dios no me lo mandaba, sino que la vida te pone pruebas, en parte probablemente por la libertad del pecado original. Entendí que Dios, al contrario de mandarme cosas malas, me daba la fuerza y la Gracia de saber llevarlas”, aseguró.
Tras su alejamiento de Dios, Pablo explicó que vivió “un proceso de hacer las paces y de asumir mi realidad. Hice las paces no sólo con Dios, sino conmigo mismo”.
“Y en ese proceso fui ganando una fe absoluta y me di cuenta que dejándome hacer voy a estar bien, y revelándome voy a estar peor y encima no voy a ser feliz”.
A continuación, subrayó las palabras del Papa Francisco, quien en más de una ocasión ha asegurado que “un cristiano debe ser alegre”, y aseguró que “una falta de alegría es una falta de confianza en Dios”.
“No sé lo que me espera por delante ni cuánto viviré ni cómo viviré, pero sé que soy una persona con mucha suerte y que soy un afortunado”, defendió.
El regalo de la vida“Un problema de salud siempre es una desgracia que hay que asumir. Muchas veces digo que también hay que dejarse caer, llorar y hundirse para coger fuerzas de una forma más optimista. El sufrimiento no desaparece, pero no podemos ver sólo lo malo”, explicó.
“Si me pongo a pensar en sólo lo malo, y me centro en mis problemas, caigo en la desgracia. Hay muchas cosas que puedo hacer, y otras que no. Pero si me encierro en lo que no puedo hacer, la vida es una amargura, ya esté enfermo o sano”.
“El problema -continuó Pablo-, es que la sociedad de hoy nos vende que todo tiene que ser material, el éxito, y cuando miramos atrás en la vida, al final lo que nos queda son las personas, los abrazos, los gestos”.
“Muchas veces perdemos las fuerzas de nuestros mejores años en coleccionar cosas que no dejan huella. Es un regalo estar aquí, simplemente el hecho de estar vivo es un regalo enorme”, aseguró.
Pablo con la máquina de diálisis. Crédito: Instagram @untrasplantado
También explicó que en los momentos difíciles le ayuda mucho el pasaje de Getsemaní: “Si Dios duda, cómo no voy a dudar yo. Hay que hacer la voluntad de Dios, pero eso me ayuda mucho”.
“Todos los problemas me han aportado más en riqueza personal de lo que me han robado. Cada día para mi es una fiesta y algo que celebrar, cuando estás al borde del abismo es cuando eres consciente de lo que tienes”.
Con motivo del día del trasplantado, Pablo quiso transmitir su ánimo a cualquiera que esté pasando por lo mismo, “porque la enfermedad es dura y difícil pero hay otras cosas que son importantes, como descubrir nuestra capacidad interna o las personas que están a tu lado”.
“El trasplante es el mayor regalo que te pueden hacer. Es una sensación indescriptible de gratitud hacia alguien te da parte de su vida, y esa persona sigue viva en nosotros”.
“Bajo tu manto sagrado, mi Madre aquí me dejó”“Mis padres son dos personas con mucha fe y yo fui al colegio de los Jesuitas, donde tuve una formación Mariana muy grande”, dijo Pablo.
“Todavía me acuerdo de una estrofa del himno del colegio: ‘Bajo tu manto sagrado, mi Madre aquí me dejó. Señora ya eres mi madre, no me abandone tu amor.’ Y yo esa frase me la repito siempre en los días difíciles”.
“Una madre no abandona a su hijo, y mucho menos la Virgen, y eso me ayuda a seguir adelante. La vida viene como viene y lo que hay que hacer es intentar ser felíz y dar gracias a Dios con la vida, con el ejemplo y con coherencia”, defendió.
El pasado 19 de abril, después de casi dos años y medio de baja debido a la amputación de una pierna y un tumor que le encontraron en un riñón, Pablo volvió a dar clases a sus alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria.
“Me llevo muy bien con muchos de mis alumnos, me siguen en instagram @untrasplantado, donde van viendo distintas cosas. Les ha llamado la atención la forma de afrontar los problemas y la coherencia”.
“Yo tengo unos muy visibles y llamativos pero todos tenemos problemas. Les ayuda ver mi fe, mi fortaleza, ver que siempre voy con una sonrisa”.
“Descubrir que en la vida hay algo más que es estar bien o mal. La gran mentira de la humanidad es cuando la felicidad va ligada a la salud, y eso no es así, yo he sido una persona muy feliz”, aseguró.
Pablo también habló de su mujer y su hija, su “pilar fundamental” y “un regalo divino” por el que no para de dar las gracias a Dios, ya que “me dan cada día la fuerza que la salud me quita”.
Pablo con su mujer Sara y su hija Amelia. Crédito: Instagram @untrasplantado
Diario de un trasplantadoEn 2020 publicó su libro “Diario de un trasplantado”, que escribió “como una forma de apostolado, en el hablo de cómo la enfermedad me ha ayudado a valorar el regalo que es la vida”.
“También doy muchas conferencias, donde veo que personas que llevan alejadas de Dios de repente se han acercado. Después de una conferencia que hice hace poco, me enteré de que un señor se confesó después de 40 años, y solo por eso merece la pena”.
“Con mi enfermedad firmé un cheque en blanco con Jesús, en el que le dije que venga lo que tenga venir, pero que me diera fuerza para afrontarlo”, concluyó.
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