, 20 May. 21 (ACI Prensa).- El doctor José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC), aseguró recientemente que “no se actúa contra la moral si uno se deja vacunar” contra el COVID-19, sino que “más bien se contribuye al bien común”.
En un artículo recientemente publicado en la web de la FIAMC, el doctor Simón Castellví destacó que “hay tres factores que hay que tener en cuenta cuando nos preguntamos por la calidad de una vacuna o de cualquier otro fármaco: eficacia, seguridad y ética”.
“Son como las tres patas de un taburete y no puede faltar ninguna de ellas para que este se tenga en pie”, precisó.
“La eficacia de las vacunas contra el COVID-19 que han sido aprobadas en los Estados Unidos, en Inglaterra o en la Unión Europea está bien estudiada y contrastada. Funcionan”, señaló.
Además, indicó, “la seguridad de las vacunas también se ha estudiado bien y además se somete a controles periódicos para evitar y minimizar sorpresas”, precisando que “todos los medicamentos que son efectivos pueden tener efectos secundarios. Estos se tratan con las armas que tiene la Medicina”.
Aunque reconoció que “es cierto que no conocemos las consecuencias a largo plazo especialmente de las vacunas de ARN mensajero, que son nuevas para la humanidad”, el médico español subrayó que “el ARN-m no entra en nuestro ADN. Se degrada en unas tres semanas”.
Luego el presidente emérito de la FIAMC señaló que “la ética es un factor clave tanto para los profesionales como para los que reciben la vacuna”.
Frente a quienes “tienen serios reparos a recomendar o dejarse poner las vacunas porque circula el rumor de que están fabricadas con células de fetos abortados”, dijo, “hay que decir que las vacunas de Pfizer y de Moderna no han utilizado en su fabricación líneas celulares de fetos abortados hace decenios”.
“Las utilizaron quizá en las fases experimentales preliminares pero no en la producción del medicamento”, precisó.
Por otro lado, continuó, “las demás vacunas aprobadas en Europa y Estados Unidos han utilizado, parece ser, esas líneas celulares en su producción”.
“Si se pudiera escoger (y quizá en los años venideros se podrá escoger en las farmacias el medicamento para las revacunaciones) yo escogería la de Pfizer o la de Moderna”, expresó.
“Sin embargo, hoy por hoy los ciudadanos no podemos escoger”, añadió.
Dijo que la FIAMC, “en línea con lo dictaminado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, piensa que la colaboración con el mal del aborto es remota y, diciendo la Medicina que las vacunas son necesarias para vencer al virus, no se actúa contra la moral si uno se deja vacunar. Más bien se contribuye al bien común”.
El médico católico recordó que “los seres humanos colaboramos sin quererlo muchas veces remotamente con los males: por ejemplo, comprando un producto cuya empresa maltrata a sus trabajadores o invirtiendo en planes de pensiones que quizá están financiando fábricas de armas ofensivas”.
El doctor Simón Castellví aseguró que cree “sinceramente que es bueno tomar decisiones acertadas sobre nuestra colaboración o no con grupos y personas que hacen males. Sin embargo, ello no es siempre factible y no debemos agobiarnos por ello”.
“Vivimos en el mundo y Dios no nos pide a todos que nos apartemos radicalmente del mismo sino que intentemos librarnos del mal”, recordó.
“Desearía que hubiera fabricantes de vacunas que en todo momento respetaran la vida humana desde la concepción. Espero que algún día podamos crear farmacéuticas éticas al ciento por ciento. De momento debemos conformarnos con las que tenemos”, añadió.
El médico dijo que respeta “profundamente a las personas que no desean vacunarse por motivos morales y no soy partidario de obligarlas a ello”.
“Ellas deben continuar protegiéndose y protegiendo a los demás con mascarillas, higiene, ventilación y distancia interpersonal”, indicó.
El presidente emérito de la FIAMC señaló que “para vencer la epidemia se necesita la vacunación rápida de un porcentaje alto de la población. No es necesario que sea absolutamente toda”.
“Deseo también que los países más desarrollados sean capaces de suministrar abundantemente vacunas a los países pobres. No sé cuál es la mejor solución económica para ello: la humanidad tiene que encontrar la manera”, dijo.
Al finalizar su mensaje, a manera de conclusión, el Dr. José María Simón Castellví expresó que “aunque no se trate de una imposición de ciencia o de fe, y no pretendo ser infalible en eso, creo honestamente que las vacunas a las que me he referido son eficaces, seguras y aceptables éticamente”.
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