, 31 May. 21 (ACI Prensa).- El P. Ángel Pérez López y el P. Israel Pérez López no solo comparten su trabajo como párroco y vicario parroquial en la iglesia de San Cayetano en Denver (Estados Unidos), también son hermanos de sangre.
Los dos sacerdotes crecieron en una familia católica en España, donde en la vivencia de la fe encontraron el llamado de Dios a vivir la vocación consagrada.
En una entrevista a Liliana Aceves del diario El Pueblo Católico, el P. Ángel, que es el mayor de los dos por 5 años, indicó que sintió el llamado de Dios a temprana edad, cuando asistió a una reunión con sus padres.
En este evento pidieron a los presentes que estuvieran sintiendo el llamado al sacerdocio, que pasaran al frente. En ese momento el pequeño de ocho años se acercó porque pensaba que Dios lo llamaba a esa vocación.
Con el paso del tiempo el P. Ángel olvidó ese momento y “sus padres no volvieron a hablar de lo que él había dicho ese día”, por lo que al llegar a la adolescencia sus planes se centraban en casarse y formar una familia.
El sacerdote señaló que estuvo saliendo con una chica por tres años, pero se dio cuenta que “el motivo por el cual yo no me encontraba del todo satisfecho, era porque yo no me había parado a preguntarle a Dios qué es lo que Él quería exactamente de mi vida”, sino que estaba caminando por su cuenta.
“Fue en ese momento que tuve la libertad de poder decirle a Dios que estaba dispuesto a hacer lo que Él quisiera”, agregó.
El P. Ángel ingresó a los 19 años al seminario de Denver para empezar sus estudios y consagrar su vida a Dios.
Por otro lado, su hermano Israel tuvo claro desde los 12 años que estaba llamado a la vida consagrada, una decisión que se refuerza por el milagro de su nacimiento.
El artículo relata que la mamá del P. Israel padeció una enfermedad complicada durante el embarazo y, “debido al medicamento que tuvo que tomar, él tendría que haber muerto o nacido con muchos problemas de salud. Como era un embarazo de alto riesgo, le propusieron abortar, pero ella se negó”.
“Dios hizo un milagro para que fuera así. No me tocaba vivir, y Dios intervino”, señaló el sacerdote. “Sobre todo fue esa idea lo que me hizo ver claramente que mi vida era para el Señor de esta manera en particular”, agregó.
Ambos sacerdotes aseguraron que tienen una visión única sobre el sacerdocio y la Iglesia, que ha hecho que ejercer juntos su ministerio sea más fácil.
“Yo tengo total confianza cuando el P. Israel se queda encargado de algo y yo me marcho”, aseguró el P. Ángel. “Yo sé que él lo va a hacer igual que yo o muchas veces mejor. De hecho, a mí me gusta decir a los parroquianos que el P. Israel es cinco años más joven que yo y que pasa como con los iPhones: cuanto más modernos, más apps tienen y más cosas hacen; así que él es la mejor versión mía”, agregó.
Además, el P. Israel indicó que está convencido que su amistad no proviene solo de ser hermanos, sino que es Dios mismo que los hace vivir en comunión.
“No es ni la carne, ni la sangre, ni siquiera las afinidades naturales; es el Señor que es la verdad. Él es nuestro bien, es lo que tenemos en común y lo que nos hace vivir en esa armonía”, resaltó.
El P. Israel resaltó que lo importante es tener a Dios primero, que sin Él se cae en la rivalidad entre hermanos o entre cualquier otra persona.
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