VATICANO, 28 May. 19 (ACI Prensa).- El Papa Francisco explicó, durante la Misa celebrada en Casa Santa Marta este martes 28 de mayo, que “la tristeza no es una actitud cristiana”.
En la homilía que pronunció durante la Misa, recogida por Vatican News, el Santo Padre señaló que “contra la tristeza, en la oración pedimos al Señor que mantenga en nosotros la renovada juventud del espíritu”.
“Un cristiano triste es un triste cristiano: no va”, aseveró el Pontífice. Para evitar esa tristeza, invitó a apoyarse en el Espíritu Santo, porque “el Espíritu Santo es aquel que nos acompaña en la vida, el que nos sostiene”.
“El Espíritu Santo es el Paráclito. Paráclito quiere decir que ‘es el que está junto a mí para sostenerme’, para que yo no me caiga, para que avance adelante, para que conserve esta juventud del Espíritu”, afirmó el Papa Francisco.
Porque “el cristiano siempre es joven: joven. Y cuando comienza a envejecer el corazón del cristiano, comienza a disminuir su vocación de cristiano. O eres joven de corazón, de alma, o no eres plenamente cristiano”.
El Santo Padre recordó que los santos y los mártires estaban llenos de alegría, tenían una juventud espiritual: “Una juventud que te hace mirar siempre con esperanza. Pero para tener esta juventud, se necesita un diálogo cotidiano con el Espíritu Santo, que siempre está a nuestro lado. Es el gran don que nos ha dejado Jesús: este apoyo que te hace ir adelante”.
El Papa Francisco terminó su homilía pidiendo al Señor “que no perdamos esta renovada juventud, que no seamos cristianos jubilados que han perdido la alegría y que no se dejan llevar adelante. El cristiano nunca se jubila, el cristiano vive, vive porque es joven, cuando es un verdadero cristiano”.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 16:22-34
22 La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas.
23 Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado.
24 Este, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo.
25 Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban.
26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos.
27 Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido.
28 Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.»
29 El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas,
30 los sacó fuera y les dijo: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
31 Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.»
32 Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa.
33 En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos.
34 Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.
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