MADRID, 27 May. 19 (ACI Prensa).- El P. Teresito Soganub estuvo secuestrado durante cuatro meses por un grupo terrorista yihadista en Filipinas, durante todos los días de su cautiverio pensó que moriría, pero asegura que también vivió ese tiempo en oración gritando al Señor: “¡Sé que estás aquí!”.
Manila : Roman Catholic priest Teresito Soganub speaks about being... - https://t.co/gMihZUY8LZ pic.twitter.com/dikT7uUboW
— dailyworld(.)in (@DailyWorldChd) 23 de marzo de 2018El 23 de mayo de 2017, la comunidad católica en Marawi (Filipinas) estaba reunida en la Catedral de María Auxiliadora, ya que la fiesta de esta advocación mariana se celebraba al día siguiente, 24 de mayo.
Según relató el P. Soganub en una entrevista con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), ese día los fieles oyeron de repente disparos en la ciudad.
La ciudad de Marawi es parte de la Región Autónoma Musulmana de Mindanao y su población es predominantemente musulmana y sometida a una legislación modificada de la sharia. Aunque las tensiones en esa zona de Filipinas eran muy frecuentes, no solían registrarse disparos.
Ese día rebeldes del grupo Maute, con estrechos lazos con el yihadismo, tomaron la ciudad y secuestraron a más de 100 habitantes para presionar al Gobierno filipino, entre ellos el P. Teresito Soganub, vicario general de la Prelatura Territorial de Marawi.
Según precisan desde ACN, en los cinco meses siguientes más de 800 personas perdieron la vida y cientos de miles de personas abandonaron la ciudad.
El P. Teresito recordó que “sobre las seis de la tarde quemaron la comisaría y la prisión; pero no vinieron los bomberos”. Después los terroristas incendiaron también una escuela cercana y a las 7 de la tarde los rebeldes llegaron a la catedral.
Según precisó el sacerdote, al principio pensó que había llegado el ejército para ponerlos a salvo, pero eran los terroristas de Maute que llevaban armas de gran calibre y que los había tomado como rehenes. El ataque contra la catedral fue tan intenso que no se pudo salvar el edificio.
El P. Teresito recordó que los rebeldes les pidieron a los rehenes que se pusieran “en contacto con el Gobierno y les pidiéramos que cesaran en sus ataques contra ellos”
“Uno detrás de otro, llamé a todos, entre otros al obispo Mons. Edwin de la Peña y también a mi predecesor como vicario general para que transmitieran el mensaje de nuestros secuestradores al presidente (Rodrigo) Duterte: retiren las tropas gubernamentales de la ciudad; de lo contrario, matarán a los rehenes. Uno por uno”, explicó el sacerdote.
Sin embargo el Gobierno no cedió a las presiones de los rebeldes.
Todos los días los rehenes eran cambiados de refugio y en junio ya tenían a más de 120 personas secuestradas, entre ellos mujeres y niños. Según explican desde ACN, la mayoría de los secuestrados eran jóvenes que en las semanas siguientes fueron obligados a apoyar a los rebeldes en su lucha por la ciudad contra el ejército.
Los rehenes vivían temiendo constantemente que les llegara la muerte: ya fuera por las armas del grupo Maute o por el bombardeo de las tropas del Gobierno.
Según explicó el P. Teresito, durante esos 116 días de secuestro pensó que moriría: “Esperaba mi muerte; no podía entender cómo era posible que estuviera sobreviviendo los continuos combates”, pero también vivió ese tiempo en oración: “Viví mis propias lamentaciones. Grité: ¿Por qué yo, Señor? ¿Por qué has permitido esta situación?”.
En esos días de cautiverio el sacerdote asegura que aprendió a ser fuerte con Dios: “Podía escuchar el grito de mi corazón y seguir diciendo: ¡Sé que estás aquí! Eso me enseñó humildad y reverencia. Incluso en una situación así”.
“En todas las oraciones, durante la Misa, toda la Iglesia filipina nos encomendaba. También grupos evangélicos e incluso musulmanes se acercaban a mi familia y decían: ‘Somos protestantes, somos musulmanes, pero rezamos para que vuestro hermano esté sano y salvo’”, explicó y recordó que Dios le “utilizó para guiar a otros hacia la oración. La fe es lo que constituye la Iglesia, no las circunstancias”.
Conforme iba pasando el tiempo el número de los rebeldes disminuyó y las tropas del Gobierno eran cada vez más fuertes.
“Por la noche se apreciaba un gran cansancio; por las luces pudimos ver que estábamos rodeados. Le dije a Dios y me dije a mí mismo: tengo que intentarlo ahora. Que Dios me ayude”, explicó el P. Soganub.
Aprovechando un inusual cese del fuego durante 14 minutos, el P. Teresito y otro rehén consiguieron escapar. Era el 17 de septiembre de 2017.
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