MADRID, 08 Ene. 19 (ACI Prensa).- El Arzobispo de Sevilla (España), Mons. Juan José Asenjo, respondió a quienes “tachan al Papa Francisco de feminista”, diferenciando la dignidad humana que el cristianismo da al hombre y la mujer, de las propuestas del “feminismo radical”.
Las palabras del Prelado fueron publicadas en el boletín de noticias Iglesia en Sevilla (IES), que publica la Archidiócesis y que cuenta con la sección “el Arzobispo responde”, donde se plantean las preguntas que los fieles envían al semanario.
En el último número del boletín IES la pregunta que se le propone al Arzobispo que responda es: “Hay quienes tachan al Papa Francisco de feminista. ¿Qué piensa?”.
Mons. Asenjo explicó que “si por feminismo entendemos la lucha para que las mujeres alcancen los mismos derechos en la vida social que tienen los hombres, me parece una lucha justa, en la que todos nos debemos implicar”.
“Hombres y mujeres son radicalmente iguales. Ambos son imagen de Dios y tienen, en consecuencia, la misma dignidad”, asegura y precisa que “en ello está el Papa Francisco, que de ninguna manera profesa el feminismo radical, amasado de supremacismo, resentimiento e ideología de género, con inequívocos orígenes marxistas”.
Además el Arzobispo de Sevilla subrayó que a lo largo del pontificado del Papa Francisco, éste ha mostrado “su preocupación por la ‘mentalidad machista’ que persiste en la sociedad contemporánea”.
“Me preocupa que siga persistiendo cierta mentalidad machista, incluso en las sociedades más avanzadas, en las que se consuman actos de violencia contra la mujer, convirtiéndola en objeto de maltrato, de trata y lucro, así como de explotación en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión”, fueron las palabras del Papa Francisco al respecto.
Además, Mons. Asenjo recordó que “en una ocasión afirmó [el Papa] que un mundo donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril porque las mujeres no sólo llevan la vida, sino que nos transmiten la capacidad de ver más allá”.
El Papa Francisco también aseguró que le “preocupa igualmente que, en la propia Iglesia, el papel de servicio al que todo cristiano está llamado se deslice, en el caso de la mujer, algunas veces, hacia papeles más bien de servidumbre que de verdadero servicio”, y subrayó en otra ocasión que “avanzar en esto es prepararnos para una humanidad nueva y siempre renovada”.
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