Vaticano, 09 Ago. 23 (ACI Prensa).- Este miércoles 9 de agosto, durante la primera Audiencia General realizada tras un descanso durante el mes de julio, el Papa Francisco reflexionó sobre su viaje a Lisboa en el marco de la JMJ, la que ha definido como “un encuentro con Cristo vivo a través de la Iglesia”.
En esta Audiencia General, realizada en el interior del Aula Pablo VI del Vaticano debido a las altas temperaturas de Roma, el Santo Padre afirmó que “la JMJ ha mostrado a todos que otro mundo es posible”.
El Pontífice visitó Lisboa desde el 2 al 6 de agosto para participar en la 37ª Jornada Mundial de la Juventud, la primera realizada tras la pandemia, donde fue recibido por un millón y medio de jóvenes.
Para el Santo Padre, esta JMJ ha sido “sentida por todos como don de Dios, el cual siempre abre nuevos horizontes”.
Remarcó que “el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo Resucitado, ha vuelto a poner en movimiento los corazones y los pasos de los jóvenes del mundo por los caminos del Evangelio, y esto es fuente de esperanza para la familia humana”.
Además, afirmó que con esta JMJ “ha marcado un nuevo inicio de la gran peregrinación de los jóvenes a través de los continentes, en nombre de Jesucristo. Y no es casualidad que haya sido en Lisboa, ciudad que se asoma al océano, ciudad símbolo de las grandes exploraciones por mar, del deseo humano de ir más allá, de descubrir nuevos mundos”.
A continuación, recordó que “en la JMJ el Evangelio propuso a los jóvenes el modelo de la Virgen María” con el lema “se levantó y partió sin demora”.
“María todavía hoy, en el tercer milenio, guía la peregrinación de los jóvenes tras las huellas de Jesús. Como hizo hace un siglo precisamente en Portugal, en Fátima, cuando se dirigió a tres niños encomendándoles un mensaje de fe y de esperanza para la Iglesia y para el mundo”.
El Santo Padre explicó que por esto durante la JMJ volvió a Fátima, “lugar de las apariciones, y junto a algunos jóvenes enfermos recé para que Dios sane al mundo de las enfermedades del alma: la soberbia, la mentira, la enemistad, la violencia”.
También resaltó que “hemos renovado nuestra consagración, de Europa y del mundo al Corazón Inmaculado de María”.
Puntualizó que “los jóvenes del mundo acudieron a Lisboa numerosos y con gran entusiasmo”. En ese sentido, aclaró que “no eran unas vacaciones, un viaje turístico, y tampoco un evento espiritual fin en sí mismo; la JMJ es un encuentro con Cristo vivo a través de la Iglesia, un encuentro que hace crecer en la fe y donde muchos descubren la llamada de Dios: al matrimonio, a la vida consagrada, al sacerdocio”.
“Para todos y para cada uno es la alegría de descubrirse llamados, por gracia, a formar parte del Pueblo de Dios, un pueblo diferente, que no tiene un territorio, no tiene una lengua, no tiene una nacionalidad, sino que es enviado a anunciar a todos los pueblos el alegre Evangelio de Cristo: que Dios es Padre y ama a todos sus hijos”.
El Papa Francisco aseguró que “los jóvenes en Portugal son ya hoy una presencia vital, y ahora, después de esta ‘transfusión’ recibida por las Iglesias de todo el mundo, lo serán todavía más”.
Subrayó que “Portugal, como toda Europa y el mundo entero, necesita esperanza, una esperanza sólida, fiable; y esta no viene de una juventud cualquiera, sino de la juventud animada por el Evangelio, por los jóvenes que han encontrado a Cristo y lo siguen. Porque es Jesucristo, solo Él, que renueva el mundo renovando el corazón del hombre”.
A continuación, centró su mirada en Ucrania “y en otros lugares del mundo donde se combate, y mientras en ciertas salas escondidas se planifica la guerra, la JMJ ha mostrado a todos que otro mundo es posible: un mundo de hermanos y hermanas, donde las banderas de todos los pueblos ondean juntas, una junto a la otra”.
“El mensaje de los jóvenes ha sido claro: ¿lo escucharán los ‘grandes' de la tierra?”, concluyó.
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