CIUDAD DE MÉXICO, 20 Ago. 20 (ACI Prensa).- La reciente muerte de Edwin Rodrigo Castro de la Parra, un joven migrante guatemalteco que buscaba asilo en Estados Unidos, convierte al Río Bravo, en la frontera de México y Estados Unidos, en “el río de la sangre”, aseguró recientemente la hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Catholic Charities del Valle del Río Grande.
A través de un post en Facebook, la hermana Pimentel señaló que debido a la muerte de Castro de la Parra todos en el campamento de migrantes en Matamoros, a orillas del Río Bravo, “están sufriendo” y “llorando porque su amigo, su compañero, su hermano, su nieto, su esposo, su papá, está muerto”.
El cuerpo de Edwin Rodrigo, considerado un líder de la comunidad migrante guatemalteca, fue encontrado el martes 18 de agosto a orillas del Río Bravo. Mientras que algunos sostienen que falleció tratando de cruzar el caudal de agua que sirve como frontera natural de México y Estados Unidos, la hermana Pimentel asegura que no fue así, pues “todos sabían que él no puede nadar”.
El joven se encontraba en la zona fronteriza junto a su madre, su hermana, su esposa y su pequeña hija durante más de medio año esperando recibir asilo en Estados Unidos.
De acuerdo a la religiosa estadounidense, el migrante guatemalteco “se acercó a ver a una mujer embarazada que estaba intentando cruzar el río, escuchó un grito y pensó que necesitaba ayuda. Entonces de repente se ha ido. ¿Cayó al río? Todo lo que hay es silencio y lágrimas”.
“El Río Bravo se convierte en el río de sangre”, continuó la religiosa en su publicación, pues “muchas vidas ya ha tomado”.
“Qué triste que trágicamente inocentes víctimas que buscan la vida encuentran la muerte. Cuántas más vidas para que termine esta tragedia que continuamente está ocurriendo por ya más de un año causada por MPP (N.d.R.: Protocolos de Protección a Migrantes)”.
El 19 de agosto, según publicó la hermana Pimentel, los migrantes en el campamento de Matamoros realizaron una ceremonia de despedida a Edwin Rodrigo, con una procesión con flores y una cruz en el lugar en el que se encontró su cuerpo.
A tearful farewell of Rodrigo. Families at the refugee camp in Matamoros accompanied the family of Rodrigo, the young man that drowned, in a procession & prayer to the location by the river where the body was found placing a memorial of flowers & a cross. Truly a sad moment. pic.twitter.com/N5AYDPDzas
— Norma Seni Pimentel (@nspimentel) August 20, 2020De acuerdo a los Protocolos de Protección a Migrantes, implementados por el Gobierno de Estados Unidos desde enero de 2019, los extranjeros que intenten ingresar a ese país por su frontera sur “ilegalmente o sin documentación adecuada” serán regresados a México, donde deberán permanecer “por la duración de sus procedimientos de inmigración, donde México les proveerá con todas las protecciones humanitarias apropiadas por la duración de su estadía”.
La lentitud de este proceso ha llevado a que miles de migrantes indocumentados permanezcan en Matamoros, en el lado mexicano de la frontera, a la espera de que se resuelvan sus solicitudes de asilo en Estados Unidos.
Entre mil y dos mil de estos migrantes permanecen guarecidos en carpas instaladas a orillas del Río Bravo.
Una situación “inhumana”
Para el P. Alan Camargo, vocero de la Diócesis de Matamoros, la lentitud del proceso de revisión de solicitudes de asilo parecerá una “estrategia de cansar” a los migrantes”, pues en ocasiones solo se atiende a “dos casos por día”.
“Es una situación hasta inhumana”, dijo a ACI Prensa.
“Hace un año era más ágil el proceso”, recordó, pero “desde hace seis meses para acá ha sido una cuestión bastante inhumana”.
“Imagínate: estás haciendo fila para ver si eres candidato (al asilo) mientras estás hacinado en un lugar a la intemperie”, añadió.
El P. Camargo destacó que la Iglesia Católica e instituciones de la sociedad civil están ayudando y sosteniendo a los migrantes en Matamoros, “pero queda la interrogante si hay un interés digamos estructural de parte de nuestros gobiernos” por atender el drama humano que viven los migrantes en la frontera de México y Estados Unidos.
“No hay que verlo ya como casos aislados”
El P. Francisco Gallardo López, coordinador de la Pastoral Social de Movilidad Humana de la Diócesis de Matamoros, recordó a Óscar y a su hija de 23 meses, Valeria, fallecidos en junio de 2019 al intentar cruzar el Río Bravo a la altura de Matamoros.
“Ya llevamos dos casos graves de gente joven que intentan cruzar y que se han ahogado. No hay que verlo ya como casos aislados”, dijo a ACI Prensa, y lamentó que “han pasado ya algunas señoras en estado de embarazo avanzado para que el niño nazca en Estados Unidos”.
El sacerdote mexicano señaló que la pandemia de coronavirus COVID-19 ha golpeado intensamente a los migrantes en la región, pues quienes ya se habían establecido en Matamoros se quedaron sin empleo.
“Ahorita no pueden pagar la renta, no tienen para la canasta básica, sus familiares o amigos en Estados Unidos que estaban ayudando a sustentarlos en estos momentos ya no los pueden atender porque también en Estados Unidos hay muchísima escasez de trabajo”, dijo.
El golpe más reciente para los migrantes fue el del huracán Hanna, que golpeó el sur de Estados Unidos y el norte de México a finales de julio.
Los migrantes que residen en el campamento instalado a orillas del Río Bravo, señaló el sacerdote, “no se quieren mover”, a pesar del riesgo de un aumento del caudal que pueda “llevar las carpas y todo lo que tienen ahí”.
“Les ofrecimos casa migrante, les ofrecimos otros albergues. Pero no quisieron moverse. Gracias a Dios que no subió tanto el río” a causa del huracán.
Pero el peligro para los migrantes no se acaba al cruzar el río. “Ahorita estamos buscando otros jóvenes que no aparecen allá en el desierto ya cruzando Río Bravo. Estamos en tiempo de calor y a muchos jóvenes, muchos migrantes, también les afectan los golpes de calor”, dijo el P. Gallardo López.
Las autoridades no se hacen cargo
El Coordinador de la Pastoral Social de Movilidad Humana de la Diócesis de Matamoros lamentó que la situación de los migrantes en el campamento a orillas del Río Bravo no es resuelta ni por el Gobierno Federal ni por las autoridades estatales ni municipales.
“Quien entra a hacerse cargo de ellos es, en parte, la Iglesia. Pero no podemos sustentar dos mil personas, es mucho. Se tuvo que buscar otras alianzas y llegan los hermanos estadounidenses, así como otras iglesias no católicas”, dijo.
Para el P. Gallardo López es importante tener en consideración “la dignidad de la persona”, pues “los migrantes no pueden estar viviendo en carpas a la orilla del Río Bravo. Ellos tienen que tener una situación de seguridad”.
Sin embargo, el anhelo de los migrantes está más allá de toda ayuda que pueda brindar la Iglesia y la sociedad civil.
“Nosotros o la sociedad civil o iglesias les podemos dar alimentos, ropa, zapatos, estancia. Pero en verdad lo que quieren los migrantes, los menores no acompañados, es cruzar a Estados Unidos. Ese es su sueño. La muerte de este muchacho es un sueño convertido en pesadilla”, dijo.
“Sufre esta familia una situación grave pero persiste en cruzar hacia Estados Unidos aunque se le venga el mundo entero encima”, añadió.
Frente a esto, el sacerdote recordó “casos positivos” que han tenido entre quienes pasaron por la casa de migrantes San Juan Diego en Matamoros. “Teníamos algunas familias instaladas de El Salvador en la casa del migrante, varias de ellas se han regresado a sus lugares de origen. Tenemos comunicación con algunos de ellos. Ciertamente que viven una situación muy vulnerable en su país, de pobreza y todo. Pero han regresado”.
En uno de los casos, una mujer embarazada consideraba cruzar el Río Bravo pero desistió. El P. Gallardo López indicó que finalmente el bebé nació en El Salvador.
“El niño nació en su tierra, en su lugar de origen, y nos han mandado unas fotos y videos, donde nos dicen ‘gracias a Dios estamos en nuestro país’”, dijo.
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