VATICANO, 21 Feb. 19 (ACI Prensa).- “¿Cómo podemos profesar nuestra fe en Cristo si cerramos nuestros ojos a todas las heridas provocadas por el abuso?”. Con esta pregunta, el Cardenal Luis Antonio Tagle, Arzobispo de Manila y primer relator en participar en el Encuentro sobre la Protección de Menores en la Iglesia, que se está celebrando en el Vaticano desde hoy y hasta el próximo domingo 24 de febrero, plantó la necesidad de una mayor implicación de la Iglesia en la curación de las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero.
En su relación ante los 114 Presidentes de Conferencias Episcopales y demás participantes en el Encuentro, el Cardenal Tagle reconoció “nuestra mala gestión de estos crímenes” y destacó que “nuestro pueblo necesita que nos acerquemos a sus heridas, que reconozcamos nuestros errores y que ofrezcamos un testimonio auténtico y creíble de nuestra fe en la resurrección”.
“Esto significa que cada uno de nosotros, y nuestros hermanos y hermanas, debe asumir una responsabilidad personal para la sanación de esas heridas en el cuerpo de Cristo y hacer un firme compromiso de hacer todo lo que está en nuestra capacidad para que los niños estén seguros en nuestras comunidades”.
El Cardenal señaló la obligación de la Iglesia de cumplir su deber con la justicia, pero, una vez cumplida esa obligación, afirmó que la preocupación debe ser “ayudar a las víctimas a sanar de las heridas del abuso”.
“Porque la justicia es necesaria, pero por sí misma no sana, no cura el corazón humano roto, las emocionas profundas que yacen en los corazones tan gravemente afectados. Debemos tener conciencia de que las víctimas que sobreviven sufren un gran estrés y sufrimiento, un aumento de la ansiedad y de la depresión, una baja autoestima, sufren conflictos interpersonales que surgen a causa de este quebrantamiento interior que tienen”, explicó.
Por lo tanto, “debemos, al hablar del perdón de las víctimas, aclara muy bien que no estamos pidiendo a las víctimas que olviden, ni que dejen pasar lo que sucedió, ni, mucho menos, que se justifique el abuso y que sigan adelante”.
“Debemos lograr una sanación más profunda, y sabemos que el perdón es el camino poderoso y demostrado, hasta científicamente, que este es el camino para la curación del corazón. Debemos construir la confianza proporcionando un amor incondicional, pidiendo reiteradamente perdón, reconociendo plenamente que no merecemos ese perdón, que no tenemos derecho al perdón en orden a la justicia, sino que el perdón es un don, un regalo en el proceso de la sanación”.
Finalmente, “nos preocupa que en algunos casos los Obispos y religiosos sientan la tentación de elegir entre la víctima y el abusador. ¿Cómo resolver esto?”.
Señaló que la clave está en poner el foco en la justicia y en el perdón. “Debemos centrarnos en ambos elementos, en la justicia y en el perdón a la vez. Debemos ayudar a las víctimas a que expresen su profundo pesar y ayudarlas a sanar. En cuanto a los abusadores debemos hacer justicia y ayudarlos a que encaren la verdad sin racionalizaciones, pero al mismo tiempo no debemos descuidar su mundo interior”.
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