VATICANO, 22 Feb. 19 (ACI Prensa).- La Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida, Linda Ghisoni, sugirió este 22 de febrero la puesta en marcha de consejos y comisiones que sostengan a los obispos y superiores religiosos para verificar la protección de menores.
Ghisoni dijo esto durante su intervención en el encuentro convocado por el Papa Francisco para abordar los abusos sexuales al interior de la Iglesia.
Indicó que dicha propuesta no debería interferir en las decisiones que caen bajo la directa responsabilidad jurisdiccional del obispo o del superior, pero sí constituye “un modelo de una sana colaboración entre laicos, religiosos y clérigos en la vida de la Iglesia”.
“No se trataría de personas que juzgan a los obispos, sino de fieles que ofrecen su consejo y asistencia a los pastores valorando su actuación con criterios evangélicos; y que informan a todos los fieles del territorio sobre los procedimientos apropiados”, explicó la Subscretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida.
Además, Ghisoni señaló que “el fundamento de la rendición de cuentas se encuentra en la naturaleza propia de la Iglesia como misterio de comunión” en el que el Pueblo de Dios actúa “en comunión y con corresponsabilidad”.
En esta línea, la canonista italiana afirmó que “es aconsejable que en el territorio de cada conferencia episcopal se creen comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos”.
Escuchar a las víctimas de rodillas
Por otro lado, Ghisoni destacó que la posición adecuada para tratar los temas de estos días sería estar “de rodillas”.
“De rodillas ante las víctimas y sus familias, ante los abusadores, los cómplices, los negacionistas, delante de todos los que han sido acusados injustamente, ante los negligentes, los encubridores, ante los que han intentado hablar y actuar pero han sido silenciados, ante los indiferentes”, expresó.
También explicó que “ante cualquier tipo de abuso perpetrado contra menores se impone, en primer lugar, el deber de conocer todo lo que ha sucedido, junto a una toma de conciencia de lo que significa; y el deber de verdad, de justicia, de reparación y prevención para que no se reiteren tales abominaciones”.
“Tomar conciencia del fenómeno y dar cuenta de la propia responsabilidad no es una obsesión, no es una acción inquisitoria accesoria para satisfacer meras exigencias sociales, sino una exigencia que brota de la naturaleza misma de la Iglesia como misterio de comunión fundado en la Trinidad”, advirtió.
Una vez más, en el Aula Nueva del Sínodo se enfatizó en que “una correcta relación entre obispo y presbíteros conduce a que éste se haga cargo realmente, desde el punto de vista material y espiritual, de los sacerdotes, pues sobre él recae en primer lugar la responsabilidad de la santidad de los presbíteros”.
Sugerencias prácticas
La Subsecretaria del Dicasterio Laicos, Familia y Vida destacó que es necesaria la participación dinámica de todo el Pueglo de Dios: “Los laicos, los consagrados no están llamados a ser simples ejecutores de las disposiciones de los clérigos, sino que todos somos servidores de una única viña en la que cada uno aporta su propia contribución y participa en el discernimiento que el Espíritu sugiere a la Iglesia”.
Por ello, Linda Ghisoni remarcó que “es vital para los obispos valerse de la contribución, del consejo y del discernimiento de los que todos son capaces en su Iglesia, incluidos los laicos”.
Entre las sugerencias propuestas, la canonista destacó el “conocer y estudiar las prácticas ya experimentadas que se han demostrado eficaces en otros contextos eclesiales, en otros episcopados”.
Además, indicó que en las directrices nacionales se debe inserir un capítulo específico que determine “los motivos y los procedimientos de rendición de cuentas, para que los obispos y los superiores religiosos establezcan un sistema de verificación ordinaria del cumplimiento de lo que está previsto”
“Decir que también el obispo debe siempre dar cuenta a alguien de su actuar no significa someterlo a un control o desconfiar de él ‘a priori’, sino insertarlo en la dinámica de la comunión eclesial, en la que todos los miembros actúan de modo coordinado, según sus propios carismas y ministerios”, explicó.
Por ello, Ghisoni propuso la puesta en marcha, en la sede local, con base diocesana o regional, de “consejos que operen de manera corresponsable con los obispos y los superiores religiosos”, además de que cada conferencia episcopal tenga “comisiones consultivas independientes para aconsejar y asistir a los obispos y a los superiores religiosos”.
Asimismo, sugirió revisar la normativa actual sobre “el secreto pontificio de modo que éste tutele los valores que quiere proteger -la dignidad de las personas implicadas, la buena fama de cada uno, el bien de la Iglesia- y, al mismo tiempo, consienta el desarrollo de un clima de mayor transparencia y confianza”.
“Afinar los criterios para una comunicación correcta en un tiempo como el nuestro, en el que la exigencia de transparencia debe equilibrarse con la confidencialidad”, explicó.
Al finalizar, citó la Carta al Pueblo de Dios del Papa Francisco en la que describe el desafío actual de “asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura”.
Palabras finales del Papa Francisco
Tras la conclusión de la presentación, el Papa Francisco tomó la palabra y dijo que “al escuchar a la doctora Ghisoni he sentido a la Iglesia hablar de sí misma. Todos nosotros lo hemos hecho en todas las intervenciones, pero esta vez era la Iglesia misma la que hablaba. No es solo una cuestión de estilo: el genio femenino que se plasma en la Iglesia que es mujer”.
“Invitar a hablar a una mujer no es entrar en la modalidad de un feminismo eclesiástico porque, al final, cualquier feminismo termina siendo un machismo con falda. No. Invitar a hablar a una mujer sobre las heridas de la Iglesia es invitar a la Iglesia a hablar de sí misma sobre sus heridas”, indicó el Pontífice.
“Creo que este es el paso que debemos dar con mucha fuerza: la mujer es la imagen de la Iglesia que es mujer, esposa y madre. Un estilo. Sin este estilo hablaríamos del pueblo de Dios pero como organización, tal vez sindical, pero no como familia parida de la Madre Iglesia”, continuó el Santo Padre.
Francisco explicó que “la lógica del pensamiento de la doctora Ghisoni era la de una madre y ha terminado con el relato de lo que sucede cuando una mujer da a luz a un hijo. Es el misterio femenino de la Iglesia que es esposa y madre”.
“No se trata de dar más funciones a la mujer en la Iglesia –si bien es bueno, pero así no se resuelve el problema– se trata de integrar a la mujer como figura de la Iglesia en nuestro pensamiento. Es pensar también la Iglesia con las categorías de una mujer. Gracias por su testimonio”, concluyó el Papa.
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