Vaticano, 08 Sep. 18 (ACI Prensa).- Al concluir la audiencia con los obispos de los Territorios de Misión este sábado en el Vaticano, el Papa Francisco pidió a los pastores defender cuatro importantes realidades de la sociedad que deben ser atendidas.
Este 8 de septiembre en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre se refirió específicamente la defensa de la familia, seminarios, jóvenes y pobres.
Defensa de las familias
El Papa dijo a pesar de que las familias son “condicionadas por una cultura que transmite la lógica de lo provisorio y favorece los derechos individuales, siguen siendo las primeras células de todas las sociedades y las primeras Iglesias, porque son iglesias domésticas”.
Por ello, pidió a los obispos promover más “cursos de preparación para el matrimonio y el acompañamiento para las familias”, así como defender “la vida de los concebidos como la de los ancianos” y apoyar “a los padres y abuelos en su misión”.
Defensa de los seminarios
El Obispo de Roma consideró los seminarios como los “viveros del mañana”, por tal motivo, se dirigió a los prelados para que “controlen cuidadosamente que estos estén guiados por hombres de Dios, educadores capaces y maduros que, con la ayuda de las mejores ciencias humanas, garanticen la formación de perfiles humanos sanos, abiertos, auténticos y sinceros, que den prioridad al discernimiento vocacional para reconocer la voz de Dios, entre las tantas otras que resuenan en los oídos y en el corazón”.
Defensa de los jóvenes
También apuntó a los jóvenes “a quienes será dedicado el inminente Sínodo” y que “son el futuro de la Iglesia y de la sociedad”.
“Incluso cuando parecen estar infectados por los virus del consumismo y el hedonismo, nunca hay que ponerlos en ‘cuarentena’; probémoslos, sentimos su corazón buscando la vida y buscando la libertad. Hay que ofrecerles el Evangelio con valor”, añadió.
Defensa de los pobres
Finalmente, el Papa dijo a los obispos que dediquen tiempo y energía a los pobres sin miedo a “mancharse las manos”.
También los alentó a no caer en la apatía que conduce a la mediocridad y deseando a todos “la Santa inquietud por el Evangelio, que es la única que da Paz”.
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