REDACCIÓN CENTRAL, 09 Sep. 18 (ACI Prensa).- María Toribia, conocida como Santa María de la Cabeza nació en Torrelaguna (España) entre finales del siglo XI e inicios del XII. fue la esposa de San Isidro Labrador y siempre fue atenta y servicial con su marido. Realizaba las labores del hogar con humildad, paciencia, devoción y austeridad.
Se dice que el único hijo que tuvieron, un día cayó a un pozo muy profundo. Los esposos corrieron y no encontraban forma de rescatar al pequeño. Entonces rezaron arrodillados con tanta fe que las aguas del pozo empezaron a subir y su hijo apareció en la superficie dentro de una canasta, sano y salvo.
María e Isidro vivieron un matrimonio muy unido como si fueran dos en una sola carne, un solo corazón y un alma única. Ambos esposos tenían la única ilusión de llevar una vida pura y fervorosamente dedicada a Dios.
Con ese anhelo decidieron “separarse” después de que ambos criaron a su único hijo. Su esposo se quedó en Madrid y María partió hacia una ermita cerca al río Jarama donde se entregó a profundas meditaciones, hizo obras de caridad y mantuvo el orden y aseo de la capilla.
Unos hombres malintencionados comunicaron a San Isidro que su esposa llevaba una mala vida con los pastores, pero el Santo rechazó estas calumnias. Sin embargo, San Isidro quiso saber de dónde habían sacado esos comentarios y siguió los pasos de Santa María de la Cabeza.
San Isidro entonces vio que su esposa se acercó al río, extendió su mantilla sobre el agua, se subió y, como si ésta fuera una barquilla, pasó a la otra orilla. Este hecho se repitió otros días y el honor de la Santa permaneció intacto ante su esposo.
Al final de su vida Santa María de la Cabeza regresó a Madrid y continuó con la admirable vida santa de antes. Después de que murió San Isidro, ella retornó a Torrelaguna falleciendo por el año 1175.
Tras su muerte, el cráneo fue colocado en un relicario en la ermita de la Virgen de ese pueblo. Desde entonces recibe el nombre de Santa María de la Cabeza ya que ha intercedido por muchos milagros sobre todo los referentes a los males de la cabeza.
Su fiesta se celebra el 9 de septiembre. La imagen que se venera tiene en sus manos una jarra y un cucharón, signos de sus tareas hogareñas y del servicio a los más pobres. Al igual que su esposo, mira al cielo en actitud orante.
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