Redacción Central, 01 Abr. 18 (ACI Prensa).- Muchos creyentes a lo largo de la historia se han preguntado sobre el destino de Judas Iscariote, el apóstol que entregó a Jesús a las autoridades romanas para ser condenado a muerte.
El P. Samuel Bonilla, conocido como “El Padre Sam”, hizo una reflexión en un video publicado en YouTube sobre el destino de este apóstol, cuya muerte está relatada en dos versiones de las Sagradas escrituras.
Al inicio del video el Padre Sam cita Mateo 27, 5, que dice: “El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó”; y luego en Hechos de los Apóstoles 1, 18, donde se indica que Judas muere al tropezar: “Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas”.
Ante la pregunta de si la Misericordia de Dios pudo haber salvado a un Judas arrepentido, el Padre Sam dijo que no se puede “responder a ciencia cierta porque el arrepentimiento es una actitud interior” y no existe una señal en la Biblia que lo afirme.
No obstante, recalcó que la Misericordia de Dios es infinita y que, para responder sobre el final de Judas debe apoyarse tanto en una anécdota como en una revelación privada.
En primer lugar, destaca la revelación privada que le hace Jesús a Sor Faustina Kowalska, en la que el Señor le dice: “Si ustedes supieran el destino de Judas abusarían de mi Misericordia”.
“(Lo dijo) como para hacer ver que la Misericordia de Dios es infinita siempre y cuando haya arrepentimiento. Es decir, si Judas se arrepintió, y eso no lo sabemos, la Misericordia de Dios siempre está abierto para aquel que se arrepiente”, sostuvo el sacerdote.
La segunda respuesta nace de una anécdota que se encuentra en uno de los escritos de San Antonio de Padua.
“Cuenta que una viejita, en su tiempo, había ido a visitarle muy adolorida porque su hijo había fallecido. Se había suicidado, se había tirado de un puente a un río y allí había muerto. En ese tiempo cabe resaltar que no se permitía la Santa Misa a personas que se habían suicidado”.
“El santo, cuando esta viejecita le pregunta sobre su hijo, sobre cómo podía rezar por él, responde: ‘Entre él y el río hay un espacio, y ese espacio es el de la Misericordia de Dios’”, relató el Padre Sam.
En ese sentido, el presbítero dijo “que la persona que se suicida, por ejemplo, en los últimos momentos cuando ya se da cuenta que está perdiendo su vida, allí hay un espacio probablemente cuando se de cuenta del valor de vida, es un espacio donde ella está a solas con Dios y puede que en esos momentos se arrepiente”.
“Siempre hay oportunidad, incluso en el último momento de la vida, para alguien que se arrepiente de verdad. La Misericordia de Dios es infinita”, concluyó el Padre Sam.
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