REDACCIÓN CENTRAL, 31 Mar. 19 (ACI Prensa).- Este 31 de marzo la Iglesia celebra el cuarto domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Lucas 15:1-3, 11-32, pasaje en el que Jesús narra la historia del hijo pródigo.
A continuación puede leer el Evangelio y la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:
Evangelio del día Lucas 15:1-3, 11-32
1 Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos.»
3 Entonces les dijo esta parábola.
11 Dijo: «Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda.
13 Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.
14 «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
15 Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
16 Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
17 Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre!
18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti.
19 Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros."
20 Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente.
21 El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."
22 Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies.
23 Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta,
24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta.
25 «Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 El le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."
28 El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
29 Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;
30 y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
31 «Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo;
32 pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."»
Puede revisar las otras lecturas litúrgicas del día AQUÍ
Homilía de Mons. Bacarreza:
Las tres “parábolas de la misericordia” –la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo- se agrupan en este capítulo XV de Lucas, porque tienen en común revelarnos la alegría que se produce en el cielo –se entiende en Dios- por la conversión de un pecador. Las dos primeras tienen una conclusión que resulta incomprensible a la lógica humana: “Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión” (Lc 15,7.10). Es la lógica divina que consiste en la misericordia y la gratuidad. En la parábola del hijo pródigo, que leemos en este IV Domingo de Cuaresma, la conclusión, repetida a modo de estribillo, insiste en lo mismo: “Celebremos una fiesta, porque este hijo mio (este hermano tuyo) estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado” (Lc 15,24.32).
Para leer la homilía completa puede ingresar AQUÍ
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