, 10 Feb. 21 (ACI Prensa).- El 6 de febrero, el Arzobispo de Miami, Mons. Thomas Wenski, ofreció una conmovedora homilía fúnebre en honor a Laura Schwartzenberger, una agente católica del FBI que fue asesinada en el cumplimiento de su deber.
El 2 de febrero, la agente especial del FBI Laura Schwartzenberger, madre de dos niños pequeños y miembro de la parroquia “Mary, Help of Christians” (María Auxiliadora) en Parkland, Florida (Estados Unidos) fue asesinada a tiros junto al agente Daniel Alfin, mientras investigaban un caso de pornografía infantil.
El Prelado dijo que la comunidad se sintió devastada luego de la muerte de Laura, una mujer que no solo se comprometió con la seguridad de los niños a lo largo de su carrera, sino que también enseñó educación religiosa a los niños en su parroquia local.
“Ofrecemos nuestras más sinceras condolencias al esposo de Laura, Jason, y a sus dos hijos, Gavin y Damon. Nuestro más sentido pésame también para la familia de Daniel Alfin. Compartimos su dolor y el dolor de los padres, hermanos y parientes consanguíneos de estos servidores públicos que fueron atacados en el cumplimiento del deber”, dijo.
“Su dolor es real y toda nuestra comunidad aquí en el sur de Florida lo comparte con ustedes, y deseamos que al compartirlo podamos reducir un poco su dolor. Y aunque no podemos hacer eso, queremos que sepan que no lo llevan solos. Toda la comunidad está a su lado y seguirá haciéndolo en los próximos días”, agregó.
Los agentes Schwartzenberger y Alfin cumplían una orden federal contra David Lee Huber, de 55 años, sospechoso de intercambiar imágenes sexuales infantiles, informó Fox News.
Cuando los agentes del FBI se acercaron a la puerta, Huber presuntamente miró a través de la doorbell cámara (timbre inteligente que tiene una cámara de video) de la puerta de su vivienda, y luego disparó contra las autoridades con un arma de asalto. El agresor también disparó a otros tres agentes, dos de los cuales fueron hospitalizados. Huber luego se suicidó.
Mons. Wenski dijo que la agente Laura se encontró con el lado oscuro de la naturaleza humana a lo largo de su carrera y protegió a los jóvenes y personas vulnerables de la maldad de los depredadores sexuales. Al hablar con los dos hijos de Laura, el Prelado dijo que su madre era una verdadera heroína que estaba firmemente comprometida con la caridad.
“Gavin y Damon, su mamá fue una heroína como todos los agentes, todos los miembros de las fuerzas del orden que se ponen una placa y se presentan al servicio. No son celebridades; pero son héroes. Las celebridades se lucen; los héroes aparecen”, dijo.
“Pero ser un héroe no significa que no conozcas el miedo; significa no dejar que el miedo te abrume para que no ayudes a tu prójimo. Ella y todos los que mueren en el cumplimiento del deber son héroes, porque ante el mal respondieron con firmeza y resolución para proteger y servir al bien común”.
Mons. Wenski dijo que la muerte de la agente Laura le recuerda la fragilidad de la vida y plantea preguntas difíciles.
Al respecto, señaló que probablemente la angustiada Marta de Betania se enfrentó a un encuentro similar. Según el Evangelio, ella reprochó a Cristo por no haber estado allí para salvar de la muerte a su hermano Lázaro. Sin embargo, al igual que lo fue para Lázaro y su familia, la resurrección es una luz de esperanza en medio de la oscuridad y el dolor, añadió.
“Nuestra fe en Jesucristo crucificado y resucitado de entre los muertos nos ilumina aun en las tinieblas de este día; y nuestra esperanza en Él, que conquistó la muerte, nos consuela y nos fortalece en nuestro dolor; pero, aún así, lloramos; lloramos como Jesús lloró por la muerte de su amigo Lázaro”.
“Nos dirigimos a la Madre de Jesús, María Auxiliadora. La Madre de Dios sin pecado conoció el dolor cuando se paró al pie de la cruz mientras Jesús moría. Como rezaba Laura -en esta iglesia, en su casa, con sus alumnos de religión, con sus hijos-, también nosotros rezamos invocando a ella que es nuestra ayuda: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
El 6 de febrero se realizó un servicio conmemorativo para la agente Laura en Miami Gardens. Durante el servicio, el director del FBI, Christopher Wray, dijo que, aunque no tuvo el placer de conocer personalmente a Laura, las historias de esta agente cuentan una vida de “determinación, dedicación y coraje”.
Dijo que la agente Laura se unió al FBI en 2005 y, tras graduarse de Quantico, tomó su primera oficina de campo en Albuquerque. En 2007, la agente católica se convirtió en la primera mujer miembro del equipo SWAT del FBI en Albuquerque. Tres años después se trasladó a Miami y se unió al Violent Crimes Against Children Squad (Escuadrón de Crímenes Violentos contra Niños).
Wray destacó que ella abogó celosamente por una mayor protección de los niños de los depredadores en línea y ofreció presentaciones sobre la extorsión sexual. Dijo que en uno de sus casos más importantes ayudó a encerrar a un delincuente que engañó a cientos de adolescentes para que compartieran sus imágenes íntimas.
“Laura tuvo un impacto tan profundo en los padres de algunas de las víctimas que, cuando se enteraron de que Laura había sido asesinada en el cumplimiento de su deber, inmediatamente enviaron sus condolencias a la oficina y preguntaron cómo podían ayudar a los dos hijos de Laura. Eso dice mucho sobre lo que Laura significó para esta comunidad”, afirmó Wray.
El oficial también se refirió a la fe católica de Laura como el móvil que la llevó a realizar un servicio verdadero y comprometido hasta el final. “Entiendo que Laura era una mujer de fe, una católica devota que asistía a la iglesia María Auxiliadora. Era una parte importante de su vida y parte de quién era ella en todo lo que hacía”, dijo.
“No importa cuán duros fueron los días de Laura, no importa cuán difícil se volvió proteger del mal a los niños. Laura mantuvo esa fe. Así como mantuvo su fe en el Estado de derecho, en la justicia y en hacer lo correcto”, agregó.
“Una llamada al servicio no está diseñada para brindar comodidad y conveniencia. El verdadero servicio es una prueba. Es un acto de fe. Y Laura tenía fe. Tenía fe en la gente. Tenía fe en el trabajo que estaba llamada a realizar. Ella alimentó esa fe. Ella lo compartió y lo vivió, todos los días”, concluyó.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicada originalmente en CNA.
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