MADRID, 25 Abr. 19 (ACI Prensa).- Mons. Braulio Rodríguez, Arzobispo de Toledo y Primado de España, explicó en su carta semanal la gran responsabilidad que se tiene ante las próximas elecciones generales que tendrán lugar el domingo 28 de abril y en las que se elegirá al Presidente del Gobierno español.
El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Braulio Rodríguez, asegura en su carta titulada “Nuestra responsabilidad” que “como el resto de los españoles, los católicos somos invitados a votar en las elecciones generales del domingo 28 de abril” y que no hablará “de los candidatos y de los partidos políticos”, porque “los fieles católicos son lo suficientemente maduros, o lo deben ser después de tantos años de normalidad electoral, para votar según las diferentes posibilidades, o no votar”.
Mientras que considera “importante” hacer una “referencia de la Constitución Española, que nos indica las reglas del juego democrático”.
Ya que “como español y como Obispo de la Iglesia Católica, me preocupa más cómo será el futuro de nuestra Patria, tras estas elecciones”, y por eso manifestó su deseo de que se destierren “actitudes en la vida pública que en el pasado nos llevaron, antes de yo nacer, a una lucha entre hermanos, de consecuencias nefastas”.
“Se debe distinguir entre el mal y el bien, pero no dividir la sociedad entre los buenos y los malos, siguiendo los impulsos de un maniqueísmo político que tiene el peligro de un reduccionismo inaceptable”, aseguró Mons. Rodríguez.
Por eso subrayó que aunque los políticos tienen “su importancia”, es aún más importante “la vida diaria de la ‘res publica’, del bien común” y pidió a los políticos que tengan respeto “por los ciudadanos” para evitar “caprichos e ideologías que tal vez les interese solo a ellos”.
En ese sentido, el Obispo de Toledo asegura que “no debemos permitir que los políticos elegidos democráticamente entren en una lucha de personalismos, de modo que ellos, elegidos para algo concreto, ocupen toda la esfera de la vida política”.
Algo que para el Prelado tendría más que ver “con una política partidista, que no nos hace bien, sino que nos puede llevar a un liberalismo un tanto egoísta, que no tiene en cuenta los más desfavorecidos” y por eso anima a que haya en nuestra sociedad, por eso anima a que haya en nuestra sociedad lugar “para la vida de sus grandes instituciones, pues no se agotan estas en la actividad de los representantes políticos elegidos en el Parlamento y el Senado de la nación”.
E insiste en que “los representantes políticos se dejen de sus ideologías y se dediquen a servir al bien común, al bien de todos, respetando la libertad que nos da nuestra dignidad de seres humanos y reconoce, que no otorga, nuestra Constitución”.
El Obispo de Toledo asegura que “nuestra vida pública está muy ideologizada y con una violencia dialéctica exasperante, como hemos visto en la campaña electoral”, por lo que “parece haberse perdido esa unión de nuestro ser con la realidad, con la vida cotidiana de la mayoría de los españoles”.
“Estoy convencido que siempre se puede estar de acuerdo en lo más básico del ser humano: su dignidad irrenunciable, la igualdad básica entre los seres humanos, y entre las mujeres y los hombres, la capacidad de hacer el bien y evitar el mal, luchar por el bien que nos alcanza a todos, por el bien común, defender la vida porque no somos un número ni uno más, somos cada uno único”, asegura y anima a atender a estas realidades “antes de decidirse por esta o aquella opinión, por este o aquel grupo, por este o aquel partido político”.
En ese sentido, Mons. Rodríguez subraya que “somos capaces de colaborar por el bien común en contextos donde no todos piensan igual, como en la familia o en el trabajo, porque hay respeto por el otro, aunque no sea de los nuestros” y precisamente esto es “lo que permite que en nuestra sociedad existan ámbitos donde se puede vivir y no estar siempre sospechando de los demás, y comenzar iniciativas sociales que salen al encuentro de nuestras necesidades”.
Algo que “genera confianza en el entorno donde vivimos”, mientras que “no la genera que los representantes políticos elegidos piensen que ellos tienen que dirimir todo y estar en todo. Así se llega a la fractura entre los políticos y los demás ciudadanos, que amenaza la libertad y fomenta la desconfianza hacia ellos. Quiera Dios que no sea así”.
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